Antes de tomar mis vacaciones de invierno, no podía perder el regalo de conocer un nuevo cerro. Un día que se anunciaba con sol y que los malayos aprovecharíamos muy bien. El periplo comenzó de madrugada, como siempre y presurosos confluyendo en el punto de reunión en el kilometro cero de Farellones.
El ascenso comenzó puntualmente y el rumbo fue el mismo que inicialmente lleva hacia Alto del Naranjo o el cerro Provincia, pero ahí estaba nuestro DT Marcos para conducirnos por otra ruta para cruzar el curso de aguas y pasar al cerro enfente.
Al salir el sol, la maravilla de una vegetación silvestre y autóctona nos acompañó gran parte del camino. Aparentemente poco transitado, debimos crear marcas para no perdernos al regreso, siguiendo el ejemplo de Marcos.
Un cerro precioso y como mágicamete ha ocurrido en los últimos paseos, un cóndor nos sobrevoló varias veces a muy baja altura. Espero que no esté acechando en modo cazador. Desde la cumbre, teníamos al frente el Cerro Provincia, majestuoso y nevado y las antípodas los tres centros de sky que imaginamos llenos ese día, ya que vimos en desenfrenada carrera a muchos visitantes en el camino de subida a Farellones.
El menú malayo se concretó con los manjares habituales, las deliciosas aceitunas rellenas, las mezclas caseras de cereales, chocolates, té con manzana y canela, el inimitable café de David y los turrones de rigor.
Gran aventura y precioso día.