Cada 22 de abril se celebra lo menos cuidado por el ser humano, nuestro planeta. Realmente, ¿cómo se puede celebrar sin darnos cuenta de la sistemática destrucción que hacemos de todo?. Eso incluye nuestras propias vidas, agotadas en el ejercicio del ego desatado en la creencia de la superioridad del más débil de los seres vivos que existe en el planeta: nosotros, los seres humanos.
En fin, a mi me gusta disfrutar cada día que vivo en este lugar y hoy decidí hacer una celebración privada por todos, los conscientes y los que no. Que importa.
Tras una jornada laboral intensa, mis pasos tenía destino, el restorán Caruso del Hotel Crowne Plaza. Un inmenso hotel, elegante y ubicado en ese curioso límite de Santiasco, llamado Plaza Italia, en donde se celebran los mayores éxitos que identifica el pueblo chileno (confluyen allí masas desde todas partes cada vez que hay que celebrar) también es ese lugar que una parte de los habitantes de Santiasco considera el umbral o pórtico de la pobreza (jamás bajan de ahí, salvo como anécdota). La frontera entre lo lindo y lo que no, entre lo pobre y lo otro. La muralla china del asqueroso credo clasista chileno.
Me instalé en este bonito lugar para pedir, antes que todo, una botella de agua mineral sin gas, indispensable a la hora de preparar la degustación de una buena cena. Mientras revisaba la carta, me traen una fina canasta de panes y un recipiente con mantequilla y aceite de olivas. Gran detalle!. Pan especiado, otra variedad que en textura y color parece un queque, una delicada sopaipilla, en fin una muestra variopinta de bocados de masas para entretener el paladar.
La carta contiene una variedad austera pero sabrosa de platos que incluye entradas frías y ensaladas calientes y sopas, carnes (res, cordero y ciervo), frutos del mar (atún, lenguado y mariscos) y los términos de postres (nacional, internacional y lo que queda). Una carta pequeña pero claramente contundente.
Elijo un plato prometedor, un civet de ciervo marinado al cabernet sauvignon, chucrut morado y una porción de enebrina y vegetales con spatzle. Traducido en términos prácticos, se trata de un vistoso plato con cortes finos de carne de ciervo delicadamente marinado en un buen cabernet sauvignon, acompañado de una porción deliciosa de chucrut de repollo morado y un pote con unas masitas pequeñas mezcladas de verduras salteadas en olivas, que arman un plato formidable!!. Sin considerar el efecto estético de unas hojas de lechuga costeña, la verdad es que el plato se veía magnífico, olía de lo mejor y en la boca fue un placer de dioses. Extraordinario!!.
Acompañe con algo maravilloso, una botella del Syrah Reserva Corralillo de Matetic año 2007 (Valle de San Antonio), definitivamente imperdible. Una armonía total y un placer que todavía resuena en mi paladar. Lo mejor de todo, es que como la carta de vinos del Caruso está en extinción (la cambian en estos días, según me informan), tuve que elegir de la oferta del Festival de Vinos Reserva 2009 (por favor aprovechenla), un ofertón que implica que tengo ante mí una segunda botella gratis de ese manjar de vino, que espero disfrutar cuando cocine algo apropiado.
Tras el placer de mi celebración, me sentí forzado a disfrutar un filete de postre y no tuve que pensar mucho, me sedujo inevitablemente el llamado Delicias de Chile, un muestrario de maravillas que incluía Tres Leches de Lúcuma, un Mousse de papaya con crocante confitado, un delicado Parfait de Murtilla y Quinoa tostada y un Sorbete de Mango Sour. No pregunten nada, definitivamente exquisito!!!
Un ambiente elegante, tranquilo y sobrio, con un servicio de primera (da gusto conversar con mozos entrenados en tantos detalles) y especialmente amistoso. En definitiva, una experiencia inolvidable.