Esta obra audiovisual, presume de complicidad. Una música de piano extraordinaria sirve de preludio para el sumergimiento de los personajes. Una atmosfera húmeda, el agua, el océano tal vez nos une, pero nos muestra la precariedad del ser humano.
Todo conduce hacia los laberintos complejos del ser humano, mucho movimiento y mezclas de componentes audiovisuales. Extraño y al mismo tiempo atractivo el montaje, pienso que requiere algo de entrenamiento en las claves de la danza moderna.
Dos artistas en escena en una carrera alocada y simbólica. Recomendable.