Chiwake : sanwichería peruana

Un día de lluvias, un día de invierno, esos de verdad con lluvias, frío y oscuridad. De hecho había apagón en mi vecindario y como mi hambre es más fuerte que la espera, me preparé a salir, paraguas en mano y muchas ganas de algo rico.

Fui con destino preciso pues quería probar alguna nueva variante de sandwiches peruanos en un sitio que visito desde hace un tiempo. Aposté que Chiwake estaría abierto, aunque naturalmente tenía mi plan B ya que no sabia si atenderían, pero jugué a ganador ya que normalmente los horarios nocturnos se dan en esta zona.

La verdad que estaba desocupado, al parecer la lluvia siempre ahuyenta a los santiasqueños, pero desde que Chiwake abandonó la comida tradicional peruana para dedicarse exclusivamente a los sandwiches (una evolución hasta con cambio de nombre), se apuntó en mi lista de filetes y por ahora pocos lo conocen. Apenas instalado, me atendió Juan Carlos, el mozo de turno, de gran amabilidad aunque claramente inexperto. Mientras yo decidía que comería, ingresó un muchacho a comprar sandwiches y llevar, una opción interesante, pensando en quienes prefieren comer en casa.

Conversamos ntretenida y largamente con Juan Carlos, está recién partiendo en Chile y está junto a su hermano. Por la cantidad de peruanos en el personal del lugar, tengo claro que venir a Chile y aprovechar el entusiasmo que produce la cocina peruana, es una gran oportunidad para muchos hermanos peruanos.

Como es tradición, partí con un pisco sour delicioso, mientras preparaban mi sandwich, a mi juicio el mejor del lugar,  uno de chicharrones. En realidad, chicharrones, cebolla morada, camote frito, todo en una gran marraqueta caliente y exquisita, acompañado de las tres salsas de rigor.

Las salsas que se sirven en este sitio son tema aparte, pues son unas combinaciones demasiado ricas. Una de aceitunas y rocoto, otra de ají amarillo con otros aderezos y otra claramente basada en ajo pero con otras especias. Son el secreto del lugar.

Mientras cenaba y escuchaba la música criolla peruana, varias personas ingresaron al lugar, demostrando que si existe vida nocturna en Santiasco, aunque llueva.

Exquisita e improvisada cena!!

Confitería Torres Isidora : gran almuerzo

Hace ya un tiempo (casi dos años) que este tradicional restoran marcó presencia en un barrio elitista, pero igual bien rico. No había tenido ocasión de disfrutarlo y hoy se confabularon los astros para que eso fuera posible.

Como soy un asiduo del tradicional, clásico e imperdible local de Alameda, tengo muy claro cual es la marca e impronta del Torres, así que mi incursión tenía harto de comparación. Debo confesar que las réplicas no siempre son buenos representantes del local original, pero bien vale la pena intentar la comparación.

Me instalé en el comedor principal (ya que hay terraza y segundo piso), casi vacío por la hora, pero eso no es problema cuando se tiene la convicción del disfrute como norte. La verdad es que era bastante avanzada la tarde, pero yo tenía hambre y no iba a ir a cualquier sitio. Me instalé e la mesa que me pareció mejor y una señora moza, algo incrédula, se acercó a interrogarme. Como era obvio, salió con una orden de mineral sin gas para comenzar y la exigencia de la carta del lugar. Fue divertido el diálogo con ella, ya que poco acostumbrada a la precisión en los pedidos, se sorprendió con mi conocimiento del lugar (aunque no había estado antes aquí, pero vale ser asiduo de los otros locales del Torres).

Era un día frío, por lo que una buena crema de zapallo, marcaba el inicio de un almuerzo delicioso, Más tarde, me fui por un clásico del Torres, un filete al cilantro, filete a la plancha   macerado en oliva, especies, buen cilantro acompañado con un pastel de chuchoca a las finas hierbas. Delicioso!!!

Para un clásico como este, me permití una botella de petit verdot Santa Carolina barrica selection 2008 del valle de rapel, pieza única en la carta y que generó crisis complejas en la moza, quien pensó en un vino blanco, cuando no hay nada más tinto que un petit verdot. Divertido!!

Tras gozar este plato exquisito, comencé a pensar en postres y de la carta tradicional del Torres apareció ese delicioso volcán de chocolate, que he gozado en innumerables ocasiones y que se sumó a mis habituales placeres sin modificaciones. Un postre maravilloso!!

Para el cierre, por supuesto, un buen café negro y a continuar con la vida.

La comparación, finalmente, sitúa al lugar en Alameda al comienzo de la lista. ¿siempre será así?

Boulevard Lavaud : placeres inestimables

Hace harto tiempo que no volvía por este sitio delicioso y cada vez tenía más ganas de hacerlo. Hoy no pude resistir la tentación y haciendo una ruta inusual llegué caminando desde el centro hasta la Peluquería Francesa.

Bastante lleno el primer piso, por lo cual decidí que era un buen momento de probar el segundo piso (sector fumadores), que nunca en tantos años que voy a este lugar,  había visitado. Me encontré con un lugar delicioso, lleno de historias de fotos, pinturas y objetos, lleno de antigüedades y sobretodo de la increíble onda que este lugar produce. Un mozo que usa permanentemente el monsieur, «misié» finalmente y que además de hacerme gracia me hace sentir muy bien, ya que no solo sabe atender increíblemente bien sino que sabe de vinos como un experto. Da gusto ser atendido por un mozo profesional.

Ya instalado, pedí una botella de agua mineral como acostumbro para prepararme a disfrutar ricos sabores. La carta, en ese formato tan especial de pequeño diario de barrio, me entretuvo un buen rato mientras seleccionaba la combinación de platos que me haría gozar hoy.

Me tenté con rapidez con una Albacora del chef, un plato basado en un rico filete de albacora a la plancha con una reducción de soya y pesto de menta (una pequeña delicia gourmet con cebolla, pimientos y menta)  además de un puré de arvejas ahumadas y trocitos de tocino. Fantástico!!

Para este plato no podía pedir menos que una botella de Syrah Las Niñas reserva 2008, una delicia que estaba en la lista de buenos vinos que tiene el lugar.  Una combinación exquisita con mi plato de fondo, acompañada de la rica música antigua (ni tanto) pero buenondera.

Tras un disfrute lento, tan lento como es posible, me aproximé hacia los postres y en ese momento crucial, me pareció increible optar por la Bombe Richelieu, que gran nombre para un postre basado en un bombón  de chocolate relleno de crema de chocolate caliente y acompañado  de helado de vainilla, un  merengue italiano y bañado en deliciosa salsa de arándanos.

Para cerrar tan rico almuerzo, solicité la magnificencia de un french coffee, café expreso con coñac, vainilla y crema. Un punto de fuga exquisito para el clímax de un buen almuerzo en Santiasco.

La Peluquería Francesa sigue siendo un lugar excepcional!!

Orquesta de Cámara al mediodía : imperdible placer

Por fin pude retomar uno de mis disfrutes más placenteros en medio de la intensa semana laboral (además de hacer krrtrekking, por supuesto) y que me brinda el Teatro Municipal en sus conciertos de mediodía.

Hoy era la oportunidad de la Orquesta de Cámara del Teatro y a la hora precisa, estaba acomodándome en una butaca de la platea para gozar una hora aislado del mundanal ruido santiasqueño. La función partió con la entrada de los 22 músicos seguidos del virtuoso director Sergio Prieto.

El programa consideraba algunas piezas deliciosas en donde los instrumentos de cuerdas brillan de manera especial. Eran  las famosas obras, el Divertimento nº1 K 36 de W. A. Mozart y la Sinfonía IX de F. Mendelssonh. Un viaje maravilloso de las armonías y de algo notable como es la conversación musical de las distintas partes de la orquesta. Músicos muy jóvenes, llenos de energía y entusiasmo, lo que se notaba en cada pasaje. había una complicidad exquisita entre las partes de este cuerpo formado por los 22 ejecutantes en escena. Un verdadero y sutil baile en que los fantásticos sonidos iban acompañados por breves y moderados movimientos corporales. Estoy seguro que si pudieran, estos chic@s bailarían al ritmo de la música y el espectáculo adquiriría dotes de magnificiencia.

Esta maravilla de danza armónica de cada grupo de intérpretes unidos en un solo cuerpo movedizo y lleno de acordes de esa música deliciosa, me hace pensar en cada parte como respuesta a la otra, cada parte como una muestra del todo. La poesía visual se mezclaba con la maravilla de los sonidos como si todo respondiera a un mismo diseño estético, todo me hace sentir que nada es casual, que cada mirada, cada sonrisa y complicidad de miradas entre los músicos fue ensayada para hacer más disfrutable esta intervención deliciosa en la realidad de un teatro en medio de Santiasco. Tan jóvenes y virtuosos estos chicos y chicas con sus instrumentos perfectamente afinados para brindar un espectáculo increíble

Cómo fue tan disfrutable y los aplausos se repetían incesantemente, al final fuimos premiados por un increíble tango argentino, el  Adiós Nonino, del inolvidable  Astor Piazzolla.

Me encanta este quiebre del día, de la semana, de la vida finalmente. Cada vez que visito al mediodía el Municipal, siento más ganas de vivir!!!

Cenando en La Bifería : delicioso placer

Hoy fue de esos días laborales intensos, excesivos y hasta olvidables, excepto que no me voy a permitir cerrar un día de esa forma. Era el momento preciso para ir por un buen disfrute.

Consultado mi estómago, iría por un buen corte de carne y me asaltó de inmediato la imagen de un pequeño lugar que ya había visitado y cuyo solo recuerdo, me hizo apurar el paso. Me refiero a La Bifería, el lugar del «to beef or not to beef», definitivamente ideal para esta noche.

Tratándose de una noche invernal, me instalé en el comedor al interior (normalmente me gusta la terraza) y ordené de inmediato un rico Kir Royale para prepararme. Mientras leía las últimas páginas del libro que me acompaña en estos días (La civilización inconsciente de John Ralston Saul), llegó la panera con trozos de pan y el pote con terrina y cebolla acaramelada, lo cual me agitó el hambre y tras una hojeada urgente a la carta, me quedé con un filete sellado acompañado de un puré con queso y rúcula, para lo cual además pedí una botella de un gran vino que encontré en la estupenda carta de vinos del lugar, un Cordillera de Miguel Torres, un bravo ensamblaje de carignan, merlot y syrah del año 2007. Extraordinario!!

Como la cocina es un poco lenta, fue una gran idea instalarme en una mesa con buena iluminación, ya que la lectura de mi libro me mantuvo paciente en la espera, además de los panecillos que estaban deliciosos. Cuando llegó mi plato, de solo mirarlo y olerlo, me encanté. Todos mis sentidos recogieron el placer de la cena, pues la buena música lounge acompañó cada bocado. La combinación con el vino quedó exquisita y la calidad de la carne, insuperable.

Es una gran experiencia comer en este sitio, incluso a pesar de la lentitud de la cocina porque lo que finalmente llega a la mesa es de una calidad sorprendente.

Volver a este restorán es casi una obligación, es un delicioso placer.

Después de la lluvia : Santiasco desde el San Cristóbal

Pocas veces coincide que después de una lluvia, el día siguiente todavía es fin de semana. Ese es un acontecimiento delicioso, pues implica que podré ver la ciudad sin esa capa odiosa de smog.

Desperté temprano para constatar que era un día luminoso, con un sol que si bien no daba mucho calor, llenaba de belleza el entorno. Miré por la ventana y la cordillera majestuosa me saludaba con su manto blanco de nieve. Los árboles, preciosos, lavados con paciencia por la lluvia mostraban sus verdaderos colores otoñales y muchas hojas de hermosos colores, llenaban las calles de belleza.

No pude resistir la tentación y preparé mi mochila y tan pronto como pude, estaba camino al cerro San Cristóbal. Muy poca gente en las calles, tan poca que parecía que la ciudad se había escondido y que éramos fantasmas perdidos los que deambulábamos por las calles.

El camino hacia el acceso de Pedro de Valdivia Norte estaba lleno de hojas que el mal tiempo desprendió para formar un césped de colores cálidos y anaranjados, como un preludio del placer que vendría a continuación. Me detuve unos instantes en el acceso del Parque solo para elongar un poco y constatar que era cierto que la gran mayoría de sus visitantes no estaba hoy.

Subí sin esfuerzos, solo disfruté el aire limpio y helado que ingresaba a mi cuerpo feliz de la limpieza post aguacera, disfrutando el brillo de las gotas de agua, de un sol que solo proporcionaba luz y de ese olor característico que solo la lluvia obtiene del cerro. Sobrepasé a unos pocos y un par más pro pasó raudo adelante de mi, pero sentí enorme placer al llegar a la cumbre, sin gran agitación y de paso encontrarme con un amigo malayo, esos de aquellos que buscan estos pequeños grandes placeres que brinda la ciudad en este tipo de días.

Pasé por mi jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos), placer irrenunciable de mis subidas a este cerro y que me da permiso disfrutarlo en silencio mientras leo algo interesante. A pesar del sol, había algo dxe frescura en el aire y debí abrigarme un poco, aproveché de hacer algo de ejercicio y dediqué unos largos (o cortos?) 15 minutos a mirar la ciudad. Qué increíble espectáculo, una ciudad plena, en la que pude observar detalles que antes n o había detectado. Por ejemplo, pude ver el palacio Hidalgo en el cerro Santa Lucía, precioso, jamás lo había notado. Incluso fui capaz de ver los edificios en donde viven diversos amigos y que estoy seguro que jamás se ven en la cotidianeidad del eterno smog santiasqueño.

Qué lindo espectáculo el de hoy, como me gustaría que fuera así siempre.

Disfrutando con amigos de la Universidad : cuántos años!!

Aunque normalmente no soy el promotor de encuentros, tengo entrañables amigos que disfrutan haciendo juntas y de vez en cuando me sumo a ellas. En esta ocasión eran amigos de los dos primeros años de universidad, estoy hablando de inicios de los 80, una época muy compleja de este país y sobretodo para quienes nos oponíamos a la dictadura.

Aunque nos habíamos concertado por facebook, los dos últimos días mi espantoso nivel de ocupación no me permitió saber que las elucubraciones de junta se habían concretado y ese llamado a mi celular preguntando por la hora en que llegaba, me aterrizó abruptamente en  el cierre de una extensa jornada laboral. Menos de 5 minutos desde que había llegado a mi refugio y debí correr (de nuevo), cambiar de ropa, dejar mis preocupaciones y mis ideas de «que voy a hacer esta noche», por algo concreto, me juntaría con mis adorados amigos de mi grupo de los 80.

Por fortuna soy muy rápido y en menos de 15 minutos ya estaba en el lugar de encuentro, dos amigos ya habían llegado y estaban helándose en la puerta cerrada (si, maldición) del restorán  que habían elegido. Insólito, el mejor día de los restoranes y cerrado!!!

Cero drama, porque en el sector yo conocía unas 10 opciones y algunas eran compartidas con mi querido partner Pitufo, así que capeando el frío en el auto de Miguel nos pusimos a esperar a nuestras compañeras (lamentablemente típico,  sin ánimo sexista, pero se repite como regla). Tras la espera de 20 minutos, llegaron nuestras amigas y con mínima discusión elegimos ir al restoran ruso en que mi gran amigo poliglota cifraba sus esperanzas de algo delicioso, lo que obviamente apoyé.

Nos instalamos en el Olivié, nuevamente abierto tras un periodo incierto en que permaneció cerrado. Un elegante y luminoso lugar, con una atención espectacular. De la carta decidimos elegir diversos menús para poder probar la mayor cantidad de sabores y eso fue un acierto. Appetizers, sopas y platos de fondo, nos dieron una lección de sabores exquisitos.

Desde mi personal placer, pudo incluir el vodka cítrico de aperitivo, el fantástico appetizer de pescado, papa y betarragas (algo así como una causa peruana), luego una sopa reconfortante con trocitos de carne y cebolla, seguido de unos Pelmeny, unas masas rellenas acompañadas de crema ácida y que amplifiqué el sabor con unas cucharadas de vinagre (sugerencia de Pitufo), de pronto probando los platos de los demás, salmón ahumado, entre otros, me llené de sabores hasta alcanzar los postres, dulces y potentes, constituyendo un viaje de sabores deliciosos para todos.

Terminada la exquisita cena, nos fuimos a escuchar la banda de rock del escolar hijo de una de nuestras compañeras, una sorpresa. Al llegar al colegio, una hermosa chiquita me dice «Tío, no se permite fumar, que fome pero son las reglas de la Dirección», lo cual me produjo tanta ternura. En fin, ingresamos a un gimnasio enorme en donde sonaba bastante bien una banda de rock, con dos guitarras eléctricas, un bajo y batería. Justamente en la batería el hijo de mi compañera, un chico de 14 años, precioso, con una personalidad de fierro y claramente el líder de la banda. Que disfrute ver como son los chicos de hoy!!

Al cierre del show, nos fuimos en patota nuevamente a disfrutar un poco de jazz, los llevé al Thelonious para ver la segunda entrada de la banda Pasto Seco (prendidos.com como me gusta), lo cual fue exquisito disfrute para todos, aunque no estén acostumbrados al trasnoche como yo.

Cerca de las 3 Am, nos fuimos cada cual a casa, en mi caso, prendido en exceso, decidí ver una película antes de dormir y me sorprendí con Waiting for Superman, un documental maravilloso sobre la podredumbre educacional estadounidense, las fábricas del fracaso. Me dejó muy impresionado constatar que nuestro país que goza copiando sin criterio los modelos del paísito del norte, introduce sus operativas destructoras de los seres humanos, las verdaderas fábricas de la miseria humana, creadoras de los ejércitos de reserva, la multitud de ignorantes y útiles empleados de mísera paga que el sistema necesita para que unos pocos gocen del sistema. Creo que vale la pena ver esta película y constatar una vez más  como en Chile la educación pública no es más que una forma de asegurar los privilegios de la minoría. Bien lo menciona Eduardo Engel, en reciente artículo, el sistema educacional chileno asegura el fracaso estudiantil, solo los que siempre han tenido, seguirán teniendo. La perpetuación de las diferencias de clases, como regla estructural del sistema.

Me divertí mucho con mis amigos de universidad, pero quedé muy triste con la realidad educacional de nuestro país.

Almuerzo en Vietnam Discovery : cada vez mejor

Por semanas veníamos intentando coincidir las agendas con una gran amiga y poder almorzar juntos, pero como todo tiene solución, hoy sería la ocasión y temprano realicé la reserva en un sitio que hace tiempo no visitaba y que cumplía las condiciones adecuadas, un sitio exquisito y cerca de nuestros trabajos. Me refiero al notable Vietnam Discovery, que visité por primera vez hace más de un año.

La primera sorpresa al llegar, fue que existía una importante ampliación del pequeño y original lugar, un patio techado, luminoso y deliciosamente acondicionado para poder disfrutar de nuestro almuerzo. Recuerdo lo dificil que era conseguir una de las pocas mesas que tenía la disponibilidad original del local, incluso algo claustrofóbica por lo pequeña y ahora con fantásticos espacios disponibles.

Mi querida amiga, aunque no bebe alcohol  igual sabe disfrutar, así que pedí un aperitivo de la casa  llamado Golden Vietnam y ella un jugo, pero le permití probar mi aperitivo para que se vaya educando un poco en otros sabores. Al menos, admitió que estaba rico. Para acompañar pedí nems, como no sabía si le gustarían pedí solo uno por cabeza, pero después del rito de envolver el nem de cerdo y centolla muy caliente en la hoja de lechuga, agregar hojas de menta y untar en esa exquisita y tibia salsa vietnamita (Nuoc Nam), me di cuenta que habríamos podido comer una docena. Estaba exquisito!!

Mientras conversábamos y nos poníamos al día de tanto tiempo sin vernos, pedimos los platos de fondo desde la nueva carta del local. Ella prefirió un Pad viet camarón o Hu tieu xao tom  (fideos de arroz, camarones y trocitos de cerdo y pollo) y yo, goloso, me fui con el prometedor Bo bun cha vio (unos ricos fideos de arroz vermicelli, trocitos de nem de cerdo, cortes de lomo liso de vacuno con cebolla, lechuga, pepino, cilantro, maní y esa rica salsa vietnamita de toques dulzones), lo que no resistí la tentación de acompañar con alguna copa de vino. Aunque la oferta de botellas es bastante buena, hoy preferí por copa y la elegiga fue una rica copa de carmenere.

Aunque mi amiga ya creía que no era capaz de comer más, yo insistí en que no era posible dejar de probar un rico postre. De la simpática discusión ella terminó sirviéndose un creme bruleé con leche de coco y yo gocé un wantan soai, es decir, unos cuantos wantans de mango con salsa de jenjibre y helado de coco. Maravilloso!!!!!!

No podía irme sin un café negro, así que mientras pagaba la cuenta y nos preparábamos a irnos, me lo bebí en un sorbo.

Qué rico almuerzo!!!

Recorriendo barrios en cleta : un pseudodeporte delicioso

Aunque la noche anterior esperaba haber asistido a un espectáculo de danza moderna, finalmente terminé pasando la pena de su fatal y sorpresiva suspensión disfrutando blues en el Pata Negra, aprovechando de comer algunas tapas y beber un buen vino. Pedí un surtido ibérico, una tabla con jamón serrano, chorizo español, salchichón y cortes de lomo embozado. Además unos calamares a la romana con salsa tabasco, para acompañar una botella de carmenere reserva de Las Niñas 2010. Una compensación por lo que no pude ver, pero buena oportunidad para conversar y pasarlo bien.

Dormí con ganas, de hecho desperté tres veces y en dos  oportunidades decidí dormir un poco más hasta que me asaltó el impulso de salir a pasear en cleta. En mi mente se aparecieron muchos panoramas interesantes, así que después de una reponedora ducha, preparé mochila y cleta para salir a pasear.

Ya en mi cleta salí rumbo al cerro San Cristóbal por la entrada de Pedro de Valdivia Norte, una subida marcada por una muchacha hermosa en una  antigua cleta que pasó muy rápido hacia el cerro mientras yo me preparaba en la entrada del cerro haciendo algunas elongaciones (la semana laboral de verdad que deja huellas en el cuerpo, estaba demasiado tenso). Comencé a subir unos minutos después que ella y  pronto comencé a a disfrutar la serotonina y la adrenalina que tiene el desafío del cerro. En las cercanías de la piscina Tupahue la alcancé, pero aunque ya había sobrepasado a tres, ella se alejaba parada en su cleta como si nada. En fin, seguí pedaleando mientras bebía mi botella de jugo isotónico, hasta que la alcancé en el «cuesta de los afligidos», una curva y camino de gran pendiente, que he logrado dominar tras años de subir el cerro. La sobrepasé sin problemas, constatando que era una veinteañera estupenda, pero que nada me detendría hasta llegar a mi mote con huesillos, el premio que obtengo cada vez que subo  el cerro.

Instalado en mi sitio favorito, sequé mi transpiración y luego de comprar mi vaso del «elixir del cerro», me puse a leer el libro que me tiene entusiasmado en estos días -La civilización inconsciente de John Ralston- un ensayo sociológico acerca de la manipulación de la sociedad para la prevalencia corporativista del poder, el individuo inexistente y sin valor a menos que sea parte de un grupo de poder en la «democracia» al estilo moderno y empresarial.

Un buen rato leyendo hasta que el hambre me advirtió que era adecuado ir por un buen lugar para almorzar. Bajé con el vértigo que trae aparejada la pendiente del cerro y me fui hacia el barrio Bellavista, barrio que recorrí por un buen rato hasta llegar al Teatro Mori en donde disfruté de una exposición de fotografía del Fotocine Club. Lindas fotos que disfruté mientras pensaba en donde almorzaría. Seguí pedaleando y me fui hacia la zona norponiente de Santiasco. Pasé por el Centro Cultural Estación Mapocho y me puse a zigzagear entre las calles del sector para visitar la Peluquería Francesa, el boulevard Maturana, el Buenos Aires y el exquisito Juan y Medio de Plaza Brasil, además del Teatro Novedades, todos deliciosas paradas de otros tiempos y que ahora decidí dejar atrás.

Tras muchas vueltas pesquisando nuevos lugares, decidí volver hacia el oriente y en algún punto di con el Parque Forestal, para acercarme al barrio Lastarria. El hambre estaba claramente inflacionado, asi es que decidí almorzar en el Zabo.  En la Plaza Mulato Gil, este lugar de cócteles, sushi y platos peruanos me sedujo lo suficiente como para finalmente detenerme. Partí con un jugo de maracuyá, mientras elegía de la carta un trío de causas como entrada, un plato divino, con tres variedades de causa limeña, camarones, pulpo y anguilas.

Ya embalado en el placer de comer, decidí por un buen vino, un syrah reserva de Chocalán 2008 que sería fiel compañía para mi lomo saltado, un plato peruano delicioso, algo especial en un sitio de sushi que lo emparenta con la comida nikkei. Disfruté mi almuerzo tardío, mientras continuaba leyendo mi libro del momento. La música maravillosa con Diane Krall al piano y voz.

Finalmente, tras un rico café negro decidí volver a casa atravezando el Parque Forestal hasta mis territorios  personales en un paseo que marcó 35 Km de placer.

Buen día de disfrutes!!!

Visitando Zully : divertimento exquisito

Me divierte mucho que un gran amigo me cite a conversaciones de trabajo de vez en cuando, mientras en realidad lo que busca es disfrutar un momento gastronómico especial con base en mis selecciones privadas.

Hoy fue uno de esos días, en que nos debíamos ver para tratar diversos temas y el almuerzo sería la excusa perfecta para adentrarnos en las posibilidades gozosas de la oferta gastronómica. Le ofrecí un par de opciones, pero finalmente hice parar un taxi y lo llevé hacia el barrio Concha y Toro, para visitar el Zully.

Sorprendentemente, mi amigo no había visitado este lugar por lo que tuve la grata misión de acompañarle en su primer viaje al placer de este sitio fabuloso, mostrándole la belleza de la arquitectura, la perfecta armonía de los espacios del restorán y sobretodo la belleza del concepto de servicio

Instalados en el salón negro (hay varios), con sillas, mesas, servilletas y fotos en blanco y negro, partimos con un buen pisco sour  para combinar  con una entrada de surtido de mariscos, mientras que yo preferí una crema de zapallos que estoy seguro superaba con creces mi mejor recuerdo. Estaba demasiado deliciosa. Luego coincidimos en que el mejor plato era el fettuccini de espinacas con camarones y salsa al oporto y queso de cabra, un plato extraordinario que se merecía una copa de delicado merlot.

Para los postres la pannacotta (muy italiana) de vainilla con salsa de frutilla, fue una perfecta compañía para el café negro de cierre. Al cierre, invité a mi amigo a recorrer la hermosa casona, la cava del subterráneo, el patio interior con su fuente de agua y  la terraza del techo, inmejorable para evocar una fiesta maravillosa. Qué gran casa!!!

Exquisito almuerzo para bajar el stress.