Montevideo : mucho que videar

La decisión de viajar a esta interesante ciudad la tomé una madrugada cuando escribiendo mis cavilaciones me di cuenta que necesitaba distancia. Cuatro de la madrugada, es hora de comprar pasajes, no fue el mejor momento considerando que era un feriado largo y que posiblemente los plazos para confirmación estarían al límite.

Comprar pasajes fue una delicia. Lan.com ofrece todas las facilidades para ello, pero se olvidan que la experiencia requiere algo más. Lo concreto es que obtener un hotel, fue un calvario. Quedó claro que los tiempos instantáneos de internet se chocan brutalmente con los modelos de procesos basados en los tiempos offline. No había ninguna posibilidad por internet de reservar ni garantizar que tuviese un lugar para depositar mis huesos en Montevideo.

Me decidí pasar al modo telefónico y, bueno, tras unos 10 llamados, durante sábado y gran parte del domingo, conseguí al límite del fin de semana un lugar en la zona de Pocitos en Montevideo. Programé despertadores (tengo que usar tres) y el radiotaxi llegó oportuno para llevarme al lugar de partida y alcanzar un café. Abordar el avión y con solo cuatro minutos de retraso, aterrizamos en la zona de Carrasco en ciudad de Montevideo.

Una vez afuera del aeropuerto, pude disfrutar de un día soleado y muy claro. Un cielo perfectamente azul (no el cielo de carbón de Santiasco). Tomé un taxi con un chofer parlante, amable y educado, me dio muchos tips interesantes y me cobró 100 pesos uruguayos de más. Los pagué gustosos, adoro la información y la amabilidad.

Ya en el hotel considerando que el horario de checkin apuntaba a las 14 horas y recién eran cerca de las 10:30 horas local (hora Santiasco +1), pedí baño para mojarme la cara todavía un poco somnolienta, un lugar seguro para mis cosas y salí a caminar

Usé la vía más propicia, la Rambla, que no es otra cosa que la costanera deliciosa por la periferia del Río de la Plata. Caminé, hasta que regresé al hotel, seis horas admirando el sol primaveral, el cielo azul y el aire verdaderamente exquisito que hay en esta ciudad. Hay que destacar que corriendo, caminando o bien en las ciclovías que recorren toda la costanera, había gente disfrutando la mañana del día lunes.

Con el almuerzo de carácter típico, una “chivita canadiense”, me reí mucho. Efectivamente no era chivo y mucho menos canadiense. Se trata de un sándwich basado en un rico lomo de vacuno, con lechuga, tomate, pimientos, aceitunas verdes, mayonesa, rollos de jamón y queso derretido, todo junto en un plato pequeño, muy pequeño para contener el sándwich y una montaña de papas fritas. Una delicia de colesterol y sabores!!!

Tras un descanso en mi cuarto, comencé a planificar una cena adecuada a mi entrada en Uruguay. En los alrededores, encontré un restorán interesante. El sitio llamado Parrillada Trouville, un lugar precioso, con varios salones bien armados, considerando el fogón de leña donde preparaban las carnes a pedido. Partí con agua mineral sin gas, para preparar el paladar. Solicité un baby steak (no habría podido comer algo mayor, era enorme), acompañado de papas Trouville (resumidamente papas fritas en salsa de tocino y queso) acompañado del mejor Tannat del restorán, un Pisano, Pájaros Pintados (el nombre que los indígenas daban a Uruguay), un reserva del 2006. La comida excepcional, la música de Sabina muy apropiada y la conversación con los mozos estupenda. Me dieron muchos datos interesantes.

Lo primero y que posteriormente confirmé es que casi no hay niños, este es un país de viejos, fenómeno que como deben saber, también se está presentando en Chile. También, hay pocos perros callejeros (todos tienen dueño y hasta patente) y ningún mendigo (obviamente los hay pero son pocos); es una ciudad bastante plástica, se ve bien lo bonito y se oculta increíblemente lo “no tan bonito” (que a no dudar existe y lo veré en los próximos días).

Dormí plácidamente hasta las 8 horas del martes (7 de la mañana en Chile, consideren el sacrificio!!), un desayuno en el piso 12 de mi hotel y me preparé para una incursión profunda a la ciudad.

Cargué lo necesario y me dirigí hacia la Ciudad Vieja caminando, plácidamente y en modo inspección (para guardar las proporciones estamos hablando de más de 50 cuadras para llegar al lugar en que nació la ciudad de Montevideo hace muchos años). Me encontré con una ciudad muy vacía aunque progresivamente se iba plagando de actividad comercial mientras avanzaba. No es muy distinta a Buenos Aires en la avenida 9 de julio o la Alameda de Chile.

Llegué hasta el último extremo caminable de la ciudad en esa dirección, una entrada artificial de 200 metros en el Río de la Plata, que la verdad recorrí bastante temeroso por que el viento era tremendo y esa sensación de caminar sobre el agua y que el viento te botaría en cada instante, no fue tan delicioso. En fin, experimentar es algo que no puedo evitar.

Volví hacia la ciudad visitando cada feria popular que descubría, incluyendo el puerto y las plazas de artesanías, todo muy revelador de la realidad. Se vende mucha ropa usada por comerciantes bastante humildes. Lo increíble es que no se ve pobreza evidente como en Chile, aparentemente la clase media está muy extendida. Como todos los países de este lado del mundo, ya están naciendo nuevos barrios ricos, curiosamente más pegados al aeropuerto, en el barrio de Carrasco. Se construye progresivamente una Dehesa (al estilo chileno del arribismo) y que evidencia residenciales muy ostentosas. Los escaladores sociales y los arribistas ya tienen barrio en Monteciego.

Un edificio notable es el Palacio Salvo, extraordinario y ya con 80 años de existencia. Es casi barroco o quizás gótico, propia aparecer en una película de Batman. El puerto enorme y con una actividad frenética. También pude visitar el mausoleo del héroe nacional Artigas en el subsuelo del gigantesco monumento que hay en la plaza principal.

Comí al paso una ensalada mediterránea, a decir, bastante extraña. Un arreglo de cortes de tomates, cebollas, huevo duro, papas, salsa york, queso y mayonesa. Una pequeña y sabrosa bomba, todo lo cual acompañe con una sabrosa cerveza.

A media tarde me prepare un refrigerio para consultar otros sabores, unas empanadas de carne y una botella de vino Pisano 2007 con una mezcla muy sabrosa 60 por ciento merlot y 40 por ciento tannat.

Ya tarde decidí visitar la bohemia y tras visitar unos cuatro sitios, me quede en el Barba Roja, un pub bien armadito con música de 80 y 90 a beber un buen ron y servirme picadillos.

Un día lluvioso, lluvia fina pero persistente, me permitió dormir hasta tarde (para que me iba a levantar?). Solicite una faina, lo que parece ser una tortilla de pasta de garbanzos que se fie en una plancha. Es sabrosa aunque sin añadirle salsas o quesos, el sabor termina saturando. También probé la versión local del hotdog, llamados panchos, consisten en el pan y la vienesa. La gran mayoría le aplica una mostaza suave y nada más. Ciertamente sigo prefiriendo mi “Italia tomata abajo” del chileno Dominó.

Montevideo también se formó con italianos, además de africanos y españoles, por eso hay buenas masas. Me serví unos ravioles Carusso tremendos, con una cantidad de crema, quesos y champiñones y jamón que jamás imagine. Deliciosos y bien acompañados de cabernet sauvignon de Don Pascual, bastante adecuado para el plato.

Quizás lo mejor que tuve oportunidad de ver, fue el espectáculo Falta y Resto, un teatro lleno para ver una Murga, un espectáculo de carnaval, a cargo de una agrupación que ya suma 25 carnavales y que son furor entre los montevideanos. La chispa popular en cantos llenos de ingenio, una suerte de “raps” que combinan crítica social, buen humor y sobretodo, sintonía con los “padeceres“ y felicidades de un pueblo. Extraordinario espectáculo, gran calidad vocal, buen humor e histrionismo.

Tras este delicioso show, pasé por unas empanadas a La Barca (su especialidad), algo de comer y beber en La estada (una suerte de bar parrillada) y luego solo me quedó caminar en una exquisita noche hacia mi hotel, ya que Montevideo muere temprano (2 AM es muy temprano, no creen)

La cena del siguiente día, estuvo excelente. Un Salmón cocido a la plancha y terminado al horno, acompañado de cebollines glaseados y puré marmolado de calabaza y papas con una finísima crema de albahaca y azafrán. Capítulo aparte lo tuvo el pan campestre, un pan de campo, untado en ajo y tomate gratinado con mozzarella fresca , al que se añade un rico jamón crudo y rúcula. Fantástico!!

Al siguiente día, un excelente almuerzo en el Restorán Atlántico, unos calamares de miedo (la verdad fueron de miedo pues me cayeron muy mal), seguido por un lomo con puré de morrones, champiñones y hongos. Exquisito almuerzo en la orilla del Río de la Plata, siempre acompañado de una música lounge definitivamente perfecta.

Por la noche, una visita al Om, un restobar con jazz en vivo (aunque solo estándares y covers con hartas sambas y boleros) Una genial conversación con el barman, si sabe de música y compartimos un buen rato datos sobre buena música, mientras me bebía unos buenos cócteles.

En fin, debía salir de Montevideo y creo que echaré de menos tanta diversión. Una ciudad muy disfrutable a pesar de sus horarios de viejos.

Pantaleón : nueva opción peruana

A medida que pasa el tiempo y probablemente unido al hecho que la sabrosa comida peruana gana adeptos en nuestro país, se crean a menudo nuevas opciones para disfrutar el filete gastronómico del país hermano.

Pantaleón se encuentra en una zona de Manuel Montt que presenta la mayor concentración de restoranes (no pubs de chela y chorrillana, se entiende no?).

El lugar es poco vistoso, aunque es una linda casona residencial, adecuada para maximizar el uso de la luz natural y pintada de colores claros. La atención bastante amable aunque no muy rápida, a pesar que no estaba precisamente muy visitado.

Partí probando una nueva combinación para el pisco sour peruano, el secreto, la existencia de hojas de coca previamente maceradas en pisco. Delicioso!!.

Dado el ritmo aparente del local, decidí probar como entrada algo contundente y que no se demorara mucho, me refiero a unas fantásticas papas a la huancaína. Gran elección ya que pocas veces he probado unas tan sabrosas.

Para el fondo, ya estaba deleitando mi paladar con un Pinot Noir helado como me gusta, por lo que la espera no fue problema. Me serví un seco de corvina, impecablemente preparado.

Con todo, solo me quedó beber una buena taza de café antes de salir a caminar por el barrio.

Pantaleón, promete y hay competidores potentes en el sector.

Cerro Ñipas : un nuevo lugar para disfrutar

Antes de tomar mis vacaciones de invierno, no podía perder el regalo de conocer un nuevo cerro. Un día que se anunciaba con sol y que los malayos aprovecharíamos muy bien. El periplo comenzó de madrugada, como siempre y presurosos confluyendo en el punto de reunión en el kilometro cero de Farellones.

El ascenso comenzó puntualmente y el rumbo fue el mismo que inicialmente lleva hacia Alto del Naranjo o el cerro Provincia, pero ahí estaba nuestro DT Marcos para conducirnos por otra ruta para cruzar el curso de aguas y pasar al cerro enfente.

Al salir el sol, la maravilla de una vegetación silvestre y autóctona nos acompañó gran parte del camino. Aparentemente poco transitado, debimos crear marcas para no perdernos al regreso, siguiendo el ejemplo de Marcos.

Un cerro precioso y como mágicamete ha ocurrido en los últimos paseos, un cóndor nos sobrevoló varias veces a muy baja altura. Espero que no esté acechando en modo cazador. Desde la cumbre, teníamos al frente el Cerro Provincia, majestuoso y nevado y las antípodas los tres centros de sky que imaginamos llenos ese día, ya que vimos en desenfrenada carrera a muchos visitantes en el camino de subida a Farellones.

El menú malayo se concretó con los manjares habituales, las deliciosas aceitunas rellenas, las mezclas caseras de cereales, chocolates, té con manzana y canela, el inimitable café de David y los turrones de rigor.

Gran aventura y precioso día.

Eccolo Qua : delicias de Ia Italia

Pasear caminando al azar por las calles de algunos barrios de Santiasco es una buena manera de conocer nuevos sitios disfrutables.

Mi objetivo en esta ocasión, eran las pastas; sentía un hambre dirigida y sabía a hidratos de carbono.

Este pequeño restorán de calle Condell puede pasar desapercibido, a pesar que tiene ya considerable tiempo instalado. Un ambiente concurrido de comensales muy familiar y todo el conjunto de toque casero.

El hambre comenzó a ser dispado con unas gambas al ajillo, potente y delicioso plato servido en un pocillo de greda. La oferta de vinos más bien limitada, con mucho énfasis en varietales tintos (probablemente pensando en manejar precios moderados). No obstante pude encontrar un ensamblaje reserva con una mezcla adecuada de carmenere y cabernet sauvignon. Así , esperé mi plato, un fetuccini negro (teñido con tinta de calamar), con cortes de aceitunas verdes, tomates, calamares y especias. Delicioso!!!

Plato abundante, no quedó espacio para postre, por lo que cerré con un buen café.

En cuanto al servicio, debo confesar que se presentó my irregular, mesas a mi alrededor fueron muy bien atendidas, en cambio, la chica que me corespondió no estuvo a la altura de mis expectativas. Es posible que la gran cantidad de gente fuera un motivo o quizás un mal criterio de negocio, atender en donde potencialmente habría más consumo. Prefiero quedarme con lo primero.

En todo caso, la comida italiana estaba extraordinaria.

Gala de Ballet en Teatro Municipal

Los espectáculos que se montan en el Teatro Municipal se han convertido en un deleite para mí. La primera noche de lunes de agosto, la gala venía cargada de estrellas.

El ballet comenzó cn un concierto barroco, con música de Bach en la interpretación maravillosa de la Orquesta Filarmónica de Santiago bajo la dirección siempre perfecta de José Luis Dominguez. Tres trozos de música bailados por artistas de ballet de Santiago en una armonía y continuidad deliciosas.

Siguió una preciosa pieza llamada Elegie con música de Rachmaninoff, para llegar a los bailarines del ballet de Hong Kong, quienes interpretaron Butterfly Lovers, increíblemente bella. Más adelante, estos mismos bailarines interpretarían Turandot (un Pas de Deux) con música de Puccini y que ellos cerrarían con un gran beso. Aplausos totales para estos artistas.

Rodrigo Guzmán, haría un Viaje Corto, un baile solista con la música de Los Tres (Amores Incompletos), totalmente genial.

Los bailarines del Ballet de Stuttgart darían muesra de su taleno en Adagio Assai con música de Ravel y la gran Marcela Goicoechea con su baile solista de La Boheme con voz de Charles Aznavour.

En cosa de segundos, tras un baile de los bailarines alemanes (Ring them Bell con música de Liza Minelli), los magos de la tramoya del Teatro, armaron un gigantesco escenario para que tres grandes bailarines hicieran la pieza Trio.

Un desfile de virtuosismo y calidad nos dejó con 20 minutos para tomar aliento.

Al volver del intermedio, la música en vivo de Stravinsky dio inicio a la extraordinaria obra La Consagración de la Primavera con la participación de los bailarines del ballet de Santiago, un increíble bailarín ruso y el primer bailarín del ballet de Stuttgart. Una obra maestra audaz incluso para esta época.

Linda y emocionante Gala.

La Piedra de Don Tito : lindo paseo

Este domingo inicial de agosto, comenzó temprano. A las 7:00 de la madrugada nos conectamos con el gran David para el transporte hacia el kilometro cero de farellones.

Puntualmente, a las 7 de la madrugada fui abducido por el teletransporte de mi amigo David para llevarme al deseado paseo malayo. Allí esperaban, ansiosos, varios malayos puntuales y disciplinados, pues saben que 10 minutos es la holgura de espera en cada excursión.

En total, 21 malayos para la aventura de este día. La verdad que todo se venía maravilloso, tras una lluvia en Santiasco, amenazaba un día de sol primaveral.

Salimos presurosos hacia el estacionamiento improvisado, frente al letrero «Prohibido pasar, Recinto Privado». Muy «mula» pues era evidente que por ahí pasaban legiones. ¿a quién compró el cerro el primero que llegó?

Un ascenso regulado por primera vez, pues nuestro gran maestro técnico, Marcos, tomó nota de quienes eramos los malayos presentes en el paseo.

Fue una caminata intensa, primero arbustos, luego mucho barro, hasta llegar a una enorme meseta en donde hicimos un primer descanso. Ocasión propicia para ponernos polainas, ya que de ahí en adelante solo tendríamos nieve.

Fue una odisea disfrutable, caminar hundiendo las piernas hasta las rodillas en la nieve. Un despliegue de energías intenso y hasta jocoso por un tiempo, al ver a la perrita Luna luchar por pasar de un hoyo a otro en su afán de ir por el mismo sendero que abríamos en la profunda nieve. Al fin y al cabo, la perrita es muy pequeña pero maravillosa en su esfuerzo. Tras un buen trecho, me dediqué a aliviarle un poco la tarea y me afané en crearle un verdadero tunel para que su esfuerzo pudiera dosificarse. Mi esfuerzo, finalmente fue en vano, ya que posteriormente supe que un alma piadosa puso a Luna en su mochila y la llevó cargándola a nuestro destino.

En la distancia, la famosa Piedra de Don Tito era una piedrita disminuta, sin embargo, cuando llegué hasta ella, pude comprobar que era una monstruosa mole de roca que creaba un refugio natural para un ejército. Impresionante!!!

Tras reunirnos todos en este bello refugio, comenzamos a disfrutar lo mejor de cada viaje, el menú malayo. Tuvimos aceitunas negras de TilTil, aceitunas rellenas con pimentón y también rellenas con jalapeños, descarozados de damascos, bolitas de chocolates, cereales en diversos formatos, galletas, frutas, los habituales huevos duros y por supuesto el delicioso café de David con la ración de turrón correspondiente. Ohhh, y pensar que volveríamos a la ciudad a almorzar!

Absolutamente poseído por su rol de gerente técnico de la travesía, Marcos realiza la cuenta de los malayos y descubre horrorizado que desde que salimos de Farellones, se ha producido un fenómeno de reproducción o clonaje pues estamos seguros que no hay infiltrados ni han transcurrido 9 meses ni nada parecido. Consternado pasa lista y efectivamente están todos y aún así hay uno de más. Asombrados, le sugerímos verificar si él estaba en la lista. Milagro!!!, ahí apareció el malayo supernumerario. Jajajaja, bien Marcos fue una situación muy graciosa.

El descenso estuvo marcado por el jolgorio. Los que ibamos primero, nos dejamos llevar por la competencia de Ricky y Andrea, la lucha de los géneros y ……, perdimos la huella. Avergonzados, tuvimos que esperar a nuestro guía Marcos para que encontrara nuevamente el camino y así regresar sanos y salvos al punto de partida.

Fue un paseo delicioso y sobretodo muy alegre.

Flairck :sueño cumpliido

Un grupo excepcional que conozco desde los tiempos de universidad, se aparece por Santiasco después de más de 10 años. La verdad es que tras saber de su desaparición formal, solo quedaba aventurar ilusiones de cual sería la formación con la que llegaría, tras su disolución.

En un teatro Caupolicán a medio llenar (claramente por los exorbitantes precios de las entradas), cuando aparece el mítico Erik Visser, por un momento ilusioné que le seguirían el resto de la banda, pero contra todo pronóstico, solo le siguieron profesionales músicos, pero ningún original. Durante todo el concierto juré que estaba la hermana de Erik en el escenario, aunque muy torpe de mi parte, pues ella hace vientos y esa atlética rubia que creí su hermana era una formidable violinista.

Flairck se convirtió en Erick y virtuosos acompañantes, lo cual no obsta a que el espectáculo fue grandioso. Flairck es mi adorado grupo de música de cámara especial, son excepcionales y tengan respeto, son 40 años de gran música y desde mediados de los 90 que no venían a maravillarnos.

Tras el bis, apareció en escena un ejército de músicos con flautas y zampoñas para dar la nota innovadora y formidable que se espera de tanto talento reunido en un escenario. Bien por el grupo Tribu.

Flairck, después de todo, valió cada peso pagado por verles, son increibles!!!

Con humor y talento por doquier, Flairck hizo un espectáculo grandioso, un disfrute completo

Aproximación a Piuquencillo : lindo paseo

Muy temprano de domingo se inicia un paseo hacia un cerro inalcanzable, son dos días de travesía normalmente, pero queriamos llegar al menos hasta la base. Meta que suponíamos realizable.

Viaje raudo desde Providencia hasta la estación de servicio copec a medio camino hacia el Cajón del Maipo. Un punto de reunión típico de Los Malayos, cuando vamos a este cordón de cerros.

Pues bien, a las 8:10, es decir a los 10 minutos que definen el timeout de espera en cada paseo, nos ordenamos en los vehículos más apropiados (el resto nos esperaría lindamente estacionados) y partimos al paseo dominical. Me encanta el respeto por el tiempo de todos, la puntualidad es un bien superior.

A esa hora pocos vehículos se dirigían hacia Lagunillas, precioso balneario de invierno, fuimos los primeros en estacionar en la explanada. Tras los embetunamientos de protector solar y postura de polainas (hay demasiada nieve), partimos hacia nuestro deseado destino.

Una caminata intensa, sobretodo al principio, lo cual se vió más complicado con el espeso e indeseado barro, resultado de una nevazón derretida por el lindo sol de este día.

Gran travesía, extensa y hasta pude medir mis 3.853 calorías gastadas en el esfuerzo. Considerando que solo llegamos hasta las cercanías de la base del cerro Piuquencillo, a una loma majestuosa; no obstante sus rocas no fueron suficientes para protegernos de la ventisca fría que congelaba el alma. Fue divertido y al mismo tiempo sufrido disfrutar el menú malayo con mitones de nieve en las manos (que fríooooo!!!). Quedamos manchados de todo, especialmente del café maravilloso del maestro David. Sin embargo, nada impidió que pudieramos comer y beber rico, aparecieron unos choritos que se sirvieron con mayonesa, frutas, cereales varios, huevos duros (infaltables), turrón, chocolates, te con manzana y canela, etc.

Los Malayos sabemos pasarla bien!!!

Restopub Elfo : gran sorpresa

Tenía mucho hambre, tras un excelente concierto musical y necesitaba un lugar nuevo. Mis pasos me llevaron a Román Díaz con Providencia, tantas veces que he pasado por aquí y no había visto este lugar. Una linda casona del barrio antiguo de providencia que ahora era sede de este restobar que me traería más de una sorpresa.

En primer lugar debo destacar que posee un ambiente lounge en la entrada con buena música electrónica, cercado por una barra de bar bien nutrida. Como mi objetivo era la cena, tras revisar la carta, encontré un deleite narrativo de platos de autoría, fuera de lo típico, así es que prometía.

Enfilé mis pasos hacia un salón más al fondo del lugar y, nueva sorpresa, música de los 80’s y 90’s a un volumen adecuado, una iluminación incidental bien lograda y algunas pinturas de buen gusto. Claramente era hora de ordenar algo de comer.

La pura tentación me hizo pedir un salmón con alcaparras y salsa ácida acompañado de unas papas con queso, crema y nueces. La verdad es que llegó un plato hermoso, con tres triángulos de salmón, sobre un nido de verduras salteadas finamente trozadas y en un océano de salsa levemente ácida y polvo verde de verduras condimentosas. Exquisito!!

La carta de vinos, abundante pero un poco débil en atrevimientos, afortunadamente logré maridar mi plato con un delicioso y delgado carmenere.

Para el postre, nueva sorpresa, un bavarois de frambuesa con higos al oporto y unos exquisitos gajos de naranjas con salsa miel. Delicado y sabrosísimo.

Solo pude cerrar con un café, aunque esto es deleznable, no tenían café en granos!!!!!. También fue una sorpresa, después de todo.

Elfo, tienes futuro, hay que corregir pocas cosas y serán punto seguro de disfrute.

Muse en Chile : gran concierto

Había comprado con tanta anticipación las entradas a este concierto, que casi olvido que ocurriría. Ya que las compré por internet, debía llegar un poco antes a retirar el ticket por ventanilla.

Cuarenta minutos antes del show llegué confiado en que tendría holgura suficiente para elegir una buena posición en la platea. Gran error, encontré un Teatro Caupolicán repleto, la gente había comenzado a llegar apenas después del almuerzo. Me tuve que conformar con una posición, nunca mala, pero menos de lo que esperaba.

Muy británicos, partieron a la hora precisa, sin pompa ni presentaciones. Estaba claro que el prestigio que tienen sus 10 años de trayectoria y galardones varios por sus shows en vivo, no eran solo propaganda. Matt Bellamy, es formidable no solo una increible voz, una guitarra asombrosa, un piano mágico sino que maneja el escenario con precisión. La música de Muse es alternativa, indie rock algunos dicen, pero claramente representan un movimiento de buena música europea.

Los coros del bajista Christofer Wolstenholme magníficos y las percusiones maravillosas de Dominic Howard le dieron una potencia sorprendente al recorrido musical de la banda. Un cuarto miembro se encargó de las bases electrónicas, casi oculto a un costado de la imponente batería.

Un espectáculo de primera con un público incondicional. Grande Muse, notables!!!