Cenando en NH Hotel : una experiencia deliciosa

Este lugar lo tengo seleccionado como un buffer, es decir, uno de esos sitios a los que acudo cuando mis otras opciones de disfrute no están disponible. Hay que aclarar que es bueno tener un plan B sobre todo si se va acompañado. En este caso, la fórmula solo me serviría a mi mismo, pero igual es tranquilizador saber adonde acudir cuando se necesita.

Instalado en el amplio comedor del hotel, partí solicitando un fresco kir royale mientras disfrutaba la rica música lounge y ocasionalmente chillout del repertorio. Lentamente revisé la carta con ansias de novedades para descubrir un plato de merluza pochada sobre guiso de habas, estofado y vegetales, lo cual me llevó rápidamente a elegir una botella de William Cole 2011 pinot noir como el acompañamiento perfecto de mi cena

Entusiasmado con los sabores, me puse ingenioso en la búsqueda de mi postre y encontré un italiano clafoutis de berries y queso azul con helado de bocado que me fascinó. Lentamente lo disfruté hasta que llegó el momento de pedir mi cierre, el merecido café negro.

Debo confesar que este lugar jamás me ha decepcionado y seguirá siendo uno de mis planes B preferidos.

Un domingo primaveral muy disfrutado

Un paseo a la montaña hasta más allá de los 3.100 metros de altura me llevaría este día a disfrutar el llegar al Refugio Plantat, un sitio que he visitado por años con mi querido Club Los Malayos. Como siempre, la compañía de gente deliciosa, conversaciones inolvidables con muchos malayos con los que he compartido por años y otros que vengo conociendo. Nada se compara con estos momentos de montaña, momentos en que no hay diferencias artificiales de ningún tipo y en donde solo nos ponemos al servicio de disfrutar el momento. El aquí y el ahora no se pueden conjugar mejor que en estas incursiones en la maravillosa naturaleza que nos circunda.

De regreso desde el Cajón del Maipo, me bajé a medio camino para visitar a mi madre, un momento singular ya que es primera vez en muchos años que ella me ve, vestido como montañista. Puede sonar ridículo, pero para ella era un misterio que diablos hacía y cómo lo hacía cuando le comentaba que me iba al cerro a disfrutar. Misión cumplida, ahora sabe que de verdad lo paso muy bien.

De regreso a mi hogar, el ritual de desarmar la mochila y ducharme lentamente para estar en condiciones de disfrutar placeres ciudadanos. En esta ocasión, mis pasos se dirigieron al Nolita en el barrio Lastarria.

Instalado en el lugar, junto con el menú, llegaron el baguette crujiente y caliente y un pote de mantequilla. Elegí unos rollitos de salmón y ricota en jardin verde junto a mi copa kir royale para iniciar el disfrute gastronómico.

Posteriormente la copa de  merlot fue una gran compañía para ese increíble panzotti, pasta rellena con queso de cabra, cortes de aceituna, abundante crema, parmesano y cebolla caramelizada que fue mi afortunada selección del día.

Un tardío y fantástico almuerzo para celebrar un día delicioso, que solo concluyó después de mi ansiado café negro.

 

Revisitando el Lusitano : cada vez me gusta más

Hoy fue unos de esos días en que quería disfrutar algo interesante a sabiendas que hay muchos sitios conocidos cerrados. Sin embargo, considerando la hora y ese instinto que he conseguido en años de práctica, me dispuse a experimentar opciones en el Barrio Italia con la convicción que algo bueno encontraría.

Bendita intuición, el restaurante Lusitano estaba abierto y además con gran audiencia, lo cual me reconfortó y me dió ánimo para instalarme en la rica terraza y esperar por la atención. Tardó un poco pero estaba dentro de los parámetros aceptables y decidí partir con un buen mojito con ron havanna añejo, solo para disfrutar la frescura y ganar tiempo. Aproveche la ocasión para tomar algunas fotografías del bonito lugar y reír en silencio de las conversaciones chistosas de algunos comensales algo etílicos a esa hora.

La terraza del primer nivel es  deliciosa y se magnifica con notable música lounge, además de la frescura de su sombra en un barrio excepcionalmente tranquilo y que, ciertamente es un plus, nada mejor para un fin de semana.

De la carta, elegí una mechada al oporto acompañada de papas salteadas con mantequilla al ajillo, la que acompañé con una copa de carmenere delicioso. Se nota la mano de autor en estos sabores y eso es muy importante a la hora del disfrute.

Noté que muchos preferían la terraza del segundo piso, ya que la mayoría que se retiraba provenía de ahí, pero eso lo revisaré en otra ocasión. Tras mi tardío pero rico almuerzo, pedí un café bien negro y me prometí regresar a este exquisito lugar.

Víctor sin Víctor Jara: una obra emocionante

En estos días de conmemoración de los 40 años del golpe cívico-militar en Chile, la creatividad teatral ha dado frutos notables y ya he comentado varias muestras de ello. En esta noche, el turno nos condujo al GAM para ver esta obra excepcional en donde más de 40 personas vienen a reposicionar en la memoria colectiva lo esencial del hecho que un cantor popular fuese considerado una amenaza y por lo tanto asesinado con vergonzosa crueldad.

El formato de cantata crea un espacio propicio para repasar algunas de las deliciosas canciones que Víctor Jara entregó a la humanidad y que hasta la fecha siguen siendo parte del acervo popular. Es significativo que esta obra sea expresiva con especial sencillez, hay actores, familiares de ejecutados políticos y actores, todos unidos por un sentimiento común y al mismo tiempo profundo. No pude evitar llorar en silencio y al mismo tiempo disfrutar como se engrandece la figura de nuestro Víctor Jara.

Al finalizar la obra, siendo el mismo día del asesinato de Víctor (15/09), fuimos invitados a la calle, a esa Alameda nocturna y tras encender unas velas, el público, los actores y unos cuántos más, cantamos una canción del gran cantor, llenos de emoción, porque finalmente, todos somos Víctor.

Revisitando el Capperi : delicioso como siempre

Esta noche se nos hizo muy tarde y el hambre requería pronto remedio. Caminamos hacia el Barrio Italia en donde sabíamos que encontraríamos un buen lugar para cenar. Tras un rato aterrizamos con seguridad en el Capperi, un restaurante italiano que decididamente me fascina.

Los inicios merecen un aperitivo, que como ya es tradición, fueron un pisco sour y mi querido kir royale. El paso siguiente, revisar la carta para seguir descubriendo sabores de este lugar. Tentados por las posibilidades, comenzamos a pedir combinaciones inusuales, inciando con una parmesana de berenjenas, seguido de un plato de prosciutto, esos deliciosos cortes de jamón curado y finalmente una combinación de provoleta y camarones. Delicias que merecían una buena botella de carmenere Tabalí reserva del maravilloso valle del Limarí.

Casi en silencio, disfrutamos el festival de sabores que nos aseguraron esa sensación de placer que produce el comer rico. Un rato largo después, buscamos algún postre goloso que resultó ser helado de frutos del bosque. Deliciosos sabores que rematamos disfrutando un buen café negro.

Qué rico es el Capperi!!

Allende, noche de septiembre : una obra conmovedora

40 años desde el comienzo de una dictadura que aún no se disipa por completo, son muchos años. El hecho que estemos recordando la ignominia, la crueldad y recuperando trozos de esa larga noche ciudadana, hace pensar que aún existe.

Esta obra se sitúa exactamente en la noche anterior al golpe de estado en la casa del Presidente de Chile, ese exacto momento previo a la debacle que sumergiría a Chile en la crueldad, el asesinato como medida legal, la desaparición como método y la tortura como cotidianidad. Concertados por obligación en el patio de la residencia, para evitar los micrófonos, se enteran que ante la posibilidad del llamado a plebiscito que haría Allende el 11/09/1973 a las 11 AM, se aceleraron los mecanismos golpistas y la traición para impedir que el pueblo pudiera respaldar ese increíble proceso de dignidad y por cierto demasiado torpe, que los más humildes habían iniciado de la mano de ese presidente poeta, que un tercio de la población había elegido 1000 días atrás.

Cuando el actor Rodolfo Pulgar irrumpe en escena, la sangre se hiela, allí está Allende, ese burgués enamorado de la vida y de dar dignidad a su país, ese hombre sorprendente que todavía sigue creando historia, nos deja emocionados solo con su figura. En la medida que se entera de lo que va a acontecer, sufre los miedos que todo ser humano tendría enfrentado a la maquinaria de muerte que se había echado a andar. Estados Unidos y la oligarquía chilena, los dueños de este país, habían decidido que se debía terminar el festival, ese carro alegórico en que el pueblo se había subido esperanzado en una vida mejor. Como lo dice uno de los personajes de la obra, estos mil días eran una fiesta que los pobres habían gozado y que terminaba bajo la bota militar. Los títeres propicios de la oligarquía una vez más tomaban las armas para asesinar por orden superior a los pequeños, a los ilusionados y a unos cuantos ideologizados que amaban el discurso revolucionario.

Lloré mucho con esa emoción que me produce la precariedad, la misma que sintió Allende pidiendo que le ayudaran a decidir si renunciaba o enfrentaba la traición. En esa comprensible cobardía que yo también tendría en esa situación, Allende balancea las opiniones de sus guardias, «pijes» del MIR o del pueblo, su amante Payita, su hija y de ese curioso personaje Silva Cimma que llega a su casa a pedirle la renuncia.

Renunciar o enfrentar el acto heroico de ser digno, que gran dilema debe haber tenido Allende, todo lo cual lo engrandece. A pesar de sus debilidades, sus pequeñeces exhibidas, tenía claro que lo que decidiera sería un ejemplo. El camino de Balmaceda se abría ante sí, paso a paso, debía ser un garante del proceso y finalmente lo decide con ayuda de quienes lo querían entrañablemente, como quizás lo merecía.

Digno como todos lo recordamos, Allende acepta el desafío de enfrentar con su vida lo que vendría y la última escena, casco en su cabeza y ese fusil que le regalaran, vestido como se le vio ese negro día de septiembre, sale rumbo a la historia.

Cómo me gusta disfrutar prefiero mil veces esta historia épica que las mentiras que la dictadura y sus herederos han venido contando, creo en la belleza del ser humano que ama a su pueblo por sobre cualquiera que trabaja por un sistema opresor e injusto. Es justo pensar que más allá de la ficción, tiene increíble mérito alguien que puede pronunciar un discurso tan magnífico como lo hace el verdadero Allende por radio mientras bombardeaban La Moneda. Una obra deliciosa!!!

 

Cienfuegos 39 : pretenciosa clandestinidad

Una nueva obra de teatro con motivo de la conmemoración de los 40 años del golpe militar, nos convocó al Matucana 100. Allí enfrentaríamos un trozo de la narrativa de quienes convencidos que era posible cambiar el curso que había adoptado la historia de nuestro país, militantes de la izquierda revolucionaria, ingenuos intelectuales en general, intentarían hacer lo suyo.

La historia se localiza en una casa de seguridad en donde una pareja vivió estos hechos, llenos de energía y convicción y que ahora visitan muchos años después. Es una historia de amor, un amor construido en la clandestinidad, en el miedo que significaba enfrentar a una sangrienta dictadura militar. Hay un contrapunto narrativo interesante al poner a los mismos personajes, 20 años después, como complemento explicativo de lo que allí sucedía.

Un amor clandestino que comparte los miedos de ser atrapados por la maquinaria siniestra de una dictadura sangrienta, títeres armados por el poder ideológico de otro país (el dueño y policía del planeta). Esta pareja se la juega por una idea de país mientras eluden la persecución y sus propios miedos. Hay un contrapunto formidable entre esos jóvenes enamorados de la libertad y de morir por sus ideales y de los sobrevivientes de esa larga noche y que luchan por insertarse en una sociedad que no les da cabida.

Resulta difícil representar lo que significa ver esta obra y recordar al mismo tiempo a tantas personas, todos seres humanos valiosos que lo vivieron de verdad, no desde el público ni desde la novedad. Los que vivimos esa noche larga no podemos ser público, ni siquiera lectores, nuestras tripas se conmueven comienzan a sangrar con pena pues, a pesar de los años, todavía nada cambia lo suficiente.

 

Billy Budd : notable ópera inglesa

A sabiendas que era la primera vez que llegaba este montaje por nuestras tierras, no pude resistir la tentación de inscribirme para disfrutarla. Este año había dejado un poco de lado la ópera para dedicar más tiempo al teatro y otros filetes que me ayudan a compensar el tiempo laboral y tener una vida más equilibrada entre todas mis pasiones.

Compré entrada para el primer día ya que quería tomar mi propia impresión antes que los medios de prensa emitan opinión. Llegué justo a tiempo, tras disfrutar un rico almuerzo que cociné y que me entretuvo hasta pasadas las 18 horas. La técnica de cocción lenta en el horno de un buen trozo de carne, finalmente produce un gran resultado pero es lento, muy lento.

Benjamín Britten escribe esta singular historia que transcurre en un barco inglés de guerra en la época de Napoleón, en donde un joven marinero William Budd, pobre pero de alma noble se enfrenta a la vileza del oficial mariscal de armas John Claggart, un infame personaje quien no puede soportar que el chico se gane el aprecio incondicional de todos sus compañeros incluido el capitán Vere. Pocas veces he visto tan bien representada la envidia y quizás eso sea el eje central de esta historia.

En un formato muy teatral, cantada en inglés y con el uso virtuoso de animaciones en 3D, cada acto es de una belleza sorprendente. Se ve el movimiento del mar en donde el barco está y  la continuidad del espectáculo va de la mano de una orquesta filarmónica inspirada. Además de la ingeniosa y precisa maquinaria de tramoya, que en pocos segundos transforma el escenario en distintos lugares del barco, con una iluminación sorprendente y exenta de errores.

Billy es el marinero que aunque fue reclutado a la fuerza se transforma en el personaje más querido por la tripulación, esa es la razón por la cual la envidia de Claggart se torna odiosa y por lo mismo el final es terriblemente triste. Acusado por Claggart de ser gestor de amotinamiento, se confrontan enfrente del capitán Vere y donde imposibilitado por su tartamudez, Budd empuja al maldito acusador quien se golpea la cabeza y muere. Ahí aparece el segundo drama, el capitán Vere atrapado entre su deber y sus sentimientos, deja que un tribunal de guerra condene al joven Budd a morir en la horca, pese a que sabe que no lo merece.

Impecable desarrollo dramático y sorprendente el montaje solo con voces masculinas y con una Filarmónica que puso en un palco el arpa y un xilófono para complementar los sonidos. Bellísimo espectáculo, valió la pena esperar por él.

 

Lusitano : rica comida de autor

Como me resulta imposible no estar en permanente búsqueda de nuevos sitios para disfrutar, hoy dí con un sitio en el barrio Italia que me encantó. Terriblemente silencioso, piola como dirían muchos, me dí cuenta de su existencia por una verdadera casualidad.

Linda terraza en un jardín, pero fresca noche, por lo que me incluí en la zona más protegida del lugar y me adelanté a pedir un kir royale para comprar tiempo de lectura de la carta. Dudé si probar un pisco sour o una botella de agua, pero todo bien cuando encargué un queijo derretido, una deliciosa selección de quesos en carne con salsa de tomates casera, abundantes olivas,  anchoa, algo de perejil y tostones para vacilar el plato.

Me entusiasmó el lugar apenas probé sus primeros sabores. Así que revisé frenético la carta y elegí una mechada al oporto, carne cocida en cacerola con callampas, laurel y oporto para acompañar con unos sorrentinos de jamón y queso y una botella de merlot reserva.

Este sitio se merece paciencia para aprovechar sus sabores gourmet, por lo que lo incluí en mi lista de siguientes filetes por disfrutar. Es un aventajado punto de disfrutes en el barrio y lo voy a disfrutar en los siguientes días.

 

Otra visita al rico Percanta : buena opción

Cansado de una jornada laboral brutal que comenzó a las 7:30 AM y que a esta hora sumaba 13 horas y algo más, decidí que me merecía un disfrute especial y relajado. Caminé algunas cuadras y me fui directo al barrio Bellavista a un sitio que ya tenía muy probado y que seguramente me entregaría el placer que buscaba. Me refiero al Percanta, un lugar argentino muy sabroso y sobretodo bien atendido, lo cual agradezco infinitamente ya que para mi el servicio de un restaurante pondera 40% de todo lo que da.

Instalado en su pequeña pero bien dotada terraza, partí con una cerveza artesanal mestiza irish stout para hidratar mi cuerpo y comenzar a sentir ese éxtasis de detener el tiempo y dedicarme a entregar placeres a mi cuerpo.

De la interesante carta me entusiasmé con un crocante de salmón que acompañé con un insólito zapallo dulce al rescoldo y queso de cabra, una combinación que no imaginaba y que este lugar me tentó a probar. Consternado con la combinación que venía, busqué en la carta de vinos algo especial y encontré un Santa Carolina Specialities Dry Framing Carignan, o sea, una exquisita muestra del carignan que cada vez es mejor en Chile y que invito a probar.

Una cena exquisita, con buena música, buen servicio y la posibilidad cierta de saborear platos novedosos, bien presentados y con un pertinente sentido del ritmo. Por cierto, un buen café negro cerró la delicia de esta cena.