Nunca he hecho manifiesto filetero de mis visitas a los viejos, pero se merecen una crónica por la delicia que me brindan en los almuerzos. Mis viejos son también los viejos de seis hermanos y son increiblemente disfrutadores y eso los coloca al comienzo de mi lista de influencias.
Un día gris de nubes amenazadoras, de lluvia intermitente y a veces muy potente, pero eso no amilana la capacidad de gozar la vida y mucho menos de desperdiciar un domingo.
Tras una mañana llena de trámites inconclusos, decidí que lo mejor era ir a ver mis viejitos. Nada mejor, preparamos un almuerzo increible. Partimos con un aperitivo con vaina (gran trago) y empanaditas de cóctel (pino o queso). Gran disfrute, a lo que siguió una bacanal de locos de Puerto Montt en un nido de lechugas, delicioso!!!. Terminado el éxtasis de la entrada, siguió un plato descomunal de arroz (el maravilloso arroz que hace mi vieja y con opción de fettuccinis) con una carne a la cacerola fantástica. Una ensalada deliciosa de apio y palta y mayonesa con ajo.
Me encanta almorzar con mis viejos, es rico y una aventura de sabores que me cuesta compilar.
Gran domingo, satisfecho al máximo!!!
Uta, los viejos siempre sorprenden con sus almuerzos, y lo que es mejor (aunque a veces, es lo peor porque quedo limitado de movimiento) es que mi estomago a veces no resiste tanto cariño!!!!, jejeje.