Tras un día pletórico de pega y emociones surtidas que me tenían agotado, decidí incursionar por uno de mis barrios de disfrutes, el barrio Manuel Montt y el Ají Amarillo estaba ahí.
Un lugar que no visitaba hace años y que recordaba como un pequeño restaurant de comida peruana, se transformó en un delicioso restopub con más cuento del imaginado.
El lugar sigue siendo básicamente el mismo, espacios, colores y cambios propios del nuevo giro tras 5 o 6 años de ausencia. Me recibe una chica muy amable, con un año atendiendo en el lugar, quien me entrega la pequeña y graciosa carta en forma de ají. Mientras la reviso, me decidí por una de las 30 variedades de sours que ofrece, Guayaba Sour, exquisito!!. La autoerigida primera cava sour del mundo (de hecho el dueño me comentó que postulaba al record guinness en dicha categoría) tiene una variedad contundente, hay basados en amaretto, banana, coco, cassis, chirimoya, frutilla, guayaba, guinda, lúcuma, maracuyá, mango, papaya y una infinidad de otros sabores, daba para el éxtasis. Hay que considerar que ya ha eliminado, por baja demanda, los basados en albahaca (puchas y a mi me gusta tanto), jenjibre y una media docena más.
La carta reducida, picoteos atractivos basados en ostiones, ceviches, camarones, brochetas y quesos, fondues, fajitas y limeños. Un par de vinos, tragos típicos y algunas cervezas, que claramente son un innecesario acompañamiento al fuerte de la casa, los sours.
Pedí unos cubos de queso apanados con una salsa de moras extasiantes y que no solo combinaban rico con mi guayaba sour sino que también lo hicieron con un maracuyá sour que pedí a continuación.
Según el dueño, este nuevo formato solo nocturno (antes se podía almorzar) ha sido un éxito y por la cantidad de comensales (sin estar lleno) me pareció muy cierto. Cabe destacar que son dos comedores pequeños y una terraza, más un sector de bar, nada ostentosos pero funcionales.
La música exageradamente ecléctica, desde brit pop, hasta rancheras y toques latinos. No molestaba, pero no me volvió loco.
Para cerrar mi paseo, pedí un Tío Pepe Sour que definitivamente me comprobó que hay buena mano en el lugar, los tragos sour son excelentes!!