Un día de lluvia, un día de temblor sobre 6 grados, en fin un día muy peculiar. Nada me impediría ir al teatro para ver una de esas grandes obras del espectáculo argentino que trajo el GAM a Santiasco.
Llegué al filo del comienzo y me sorprendió ver tanta gente a pesar de un comentado temblor que normalmente inhibe a muchos (aunque no entiendo porqué si Chile es un país sísmico para siempre).
Me instalé al medio y 20 segundos después decidí que era mejor mirar desde arriba y me fui a la última fila y al centro. Esta posición era formidable para ver el desempeño de la argentina Valeria Lois, maravillosa ella, en esta historia densa por la carga insoportable de la estupidez de la iglesia que sigue estimulando idioteces infames como el sacrificio de la carne para la elevación del espíritu. Un monólogo sorprendente, desde la niñez de una huérfana hasta la adultez de una mujer que sacrifica su cuerpo en la prostitución espiritual en busca de ser salvada de esas promesas sin sustento que la empresa eclesiástica hace creer que tienen sentido.
No pude abstraerme mientras veía esta obra de cómo la iglesia amaestra a personas buenas en la creencia de algo que no existe y que deben aceptar situaciones insoportables como preámbulo a mejores vivencias, que obviamente nadie cumplirá. Es una obra tierna y al mismo tiempo dolorosa, la actriz llora en escena en su búsqueda incansable por ser llevada al alero de un dios (inexistente obviamente), una santidad que le salve de su inicial orfandad.
Notable obra!!