Esta noche busqué algo distinto para cenar y llegué sin proponérmelo a este lugar que ocupa el espacio del Greca, un sitio que visitaba años atrás. Aunque ya tiene unos 4 meses al menos desde su inauguración, parece que recién está partiendo.
El lugar es muy lindo y esa fue la principal razón por la que decidí ingresar. Sin embargo, tras ubicarme en la mesa que me gustó comencé a sentir esa sensación de incomodidad que a veces me embarga cuando las cosas no fluyen. Claramente es un sitio a la argentina, con fotos de ídolos como Sandro, una carta de masas, pizzas y bife de chorizo como cualquier restaurante bonaerense. Las diferencias se notan en el servicio, una moza muy joven y de marcado acento español, que no maneja la carta de vinos (faltaban varias botellas en el stock), no sabe servir el vino, no obstante es muy amable y agradable por lo cual se puede perdonar el desacierto.
Me convence de aceptar el plato del chef con un nombre que no recuerdo, una suerte de sándwich enorme en donde en vez de pan son unos filetes de pescado, un plato increíble que disfruté junto a una botella de buen vino.
Volveré en un tiempo más para ver si se consolida y se transforma en un sitio imperdible.