Este lugar ya tiene bastantes años en un escondido sector de General Salvo y sigue siendo una buena carta a jugar cuando se hace tarde y arrecia el hambre.
Tras el paso por un restoran con cocina cerrada y que nos permitió beber unos ricos aperitivos y disfrutar una buena conversación, llegamos al lugar del rinoceronte, la característica escultura que tiene en la entrada.
Un sitio tranquilo con varios ambientes, en donde mi preferido sigue siendo la terraza y especialmente en esta época con las calurosas noches de Santiasco.
Con el hambre que teníamos tras haber disfrutado el potente concierto de Prodigy, nos fuimos a la segura, una tabla de minipizzas y unos variados picoteos, todos de rapidisima elaboración junto con unos buenos tragos. Saciar el hambre es un placer y alimenta el nuevo round de conversación.
Resulta notable que a pesar del tiempo que tiene este sitio siga siendo predilecto de muchos, de hecho estaba muy lleno y a la hora que nos fuimos quedaba bastante gente. Bien por eso!!