Después de disfrutar un espectáculo en vivo, necesitábamos un sitio en donde comer algo rico y conversar. El azar que nos guía por la vida nos puso al alcance un lugar del cual tengo buenos recuerdos, el AsiaLima.
Partimos con unos tragos interesantes, un Maracuyá sour para mi partner y una sorprendente Algarrobina sour, que me fascinó. Estos aperitivos los combinamos con un ceviche pituco, con locos y camarones, corvina todo marinado con crema de ají amarillo y limón de pica, una verdadera delicia.
Para los fondos, elegí unos tallarines verdes y corvina apanada y mi partner prefirió unos ravioles a la huancaína, ambos platos desbordantes de sabor. En justicia, se merecían un gran vino y elegimos un ensamblaje Carabantes de Von Siebenthal magnífico.
Por una confusión del mozo con el postre que pedimos, terminamos con un suspiro limeño de regalo además del panqueque de maracuyá que queríamos compartir.
Solo quedaba saborear el café, antes de retirarnos de tan rica cena. AsiaLima realmente está buenísimo.