Un exponente del jazz tan relevante como Coleman, no podía dejar de considerar como cita musical en vivo. A sus 78 años, Ornette Coleman es definitivamente prodigioso, toca el saxo, la trompeta y el violin de una manera increible, en su propio estilo y de tal forma que pareciera que el instrumento emite los sonidos sin esfuerzo por parte del intérprete. Juraría que Coleman ni siquiera toma aire para sacar esa música sorprendente del saxo.
El concierto en el Teatro Caupolicán parte con algo de retraso debido fundamentalmente a los problemas con las entradas compradas por internet. Una falla produjo el caos y una discusión que todavía me resuena en mi mente. En fin, el mal rato se compensó con creces con el notable prodigio musical al cual asistimos.
Un recital breve pero contundente, un paseo por el virtuosismo y el arte del free jazz. Un escenario extremadamente sencillo, con una iluminación estática, nada que perturbara el centro de atención. Acompañado de un baterista genial, una guitarra de campeonato y un contrabajo impresionante. La sintonía entre los músicos no se alteró ni siquiera cuando agradecían los aplausos y se retiraban del escenario para un pequeño corte, al cual siguió, para pesar de todos, un único tema final.
Coleman, asombró a todos viajando a los límites de la combinatoria musical, a los bordes de la armonía y encendiendo a un público adicto. Grande!!!!