Día de Internet : celebrando como niños

Desde hace varios años tengo por rito esencial invitar cada 17 de mayo a todo mi equipo a celebrar el día internacional de internet, haciendo algo disfrutable que eufemísticamente lo rotulamos como un taller.

Este año, que ha sido especialmente intenso y lleno de sobre esfuerzos, era un buen momento para hacer algo verdaderamente lúdico. Así es que cuando alguien propuso ¿y porqué no vamos al Monticello?, me pareció espectacular aún a pesar del hecho que no me gustan los juegos de azar. Lo que ocurrió esta tarde, me demostró que había mucho más que eso.

Durante la mañana, mientras algunos sacábamos llamas en el teclado para avanzar rápido, algunos del equipo hicieron las pitanzas acostumbradas visitando a todos los miembros de la gerencia entusiasmándolos con nuestra celebración y regalándoles una chapita conmemorativa que diseñamos para la ocasión, además de compartirles golosinas que regamos por todas partes para el goce colectivo.

Cerca de las 13 horas partió el primer grupo mientras el resto corría para cumplir compromisos. Así, a las 14 horas salió el segundo grupo y finalmente cerca de las 14:30 logré salir con la última persona que me esperaba y caminar raudos para abordar el último vehículo rumbo al disfrute.

Un viaje veloz y más breve de lo que imaginaba, nos dejó en este curioso lugar. Parece una pequeña ciudad enclavada entre las autopistas y extrañamente silenciosa y pulcra. En el bonito restoran Santa Masa nos esperaban para nuestro almuerzo, que obviamente habíamos programado con antelación.

Aperitivos para todos, desde jugo de frutas hasta champaña, para acompañar unos ricos appetizers que desaparecieron rápidamente dada la voracidad del hambre acumulada. Pronto llegarían los fondos, tres variedades de pastas, tres opciones de salsas acompañadas de una rica copa de vino. Un almuerzo delicioso y una atención espectacular.

Este inicio gastronómico estuvo marcado por las bromas y decenas de fotografías que se subieron en línea al facebook, para compartir con los amigos que no estaban presentes. Tras los postres, terriblemente dulces y sabrosos, nos fuimos a preparar para una tarde de juegos.

La primera estación fue el bowling, donde de hecho eramos los únicos jugando y desordenando el ambiente. Hace tanto tiempo que no nos divertíamos tanto con todo el fabuloso equipo que tengo el honor de liderar. Tras dos secuencias completas de juegos y cansados de tantos esfuerzos, ya que para las chicas definitivamente los bolos son muy pesados. En la desesperación, una de ellas incluso caminó por la pista hasta unos dos metros de los palitroques y lanzó triunfante y ….., falló!!!!. Una de las escenas más chistosas de la tarde.

En patota nuevamente, nos fuimos al karting. Quién puede creer que tienen una pista y que los autos eléctricos realmente andan rápido. Nos turnamos para conducir como locos por la pista en forma de 8 con una gradiente de varios metros, suficiente para provocar algo de vértigo cuando se va con el acelerador a fondo. Deliciosa experiencia y sobretodo graciosa, es tan rico jugar como niños!!!

A estas alturas, una parte del grupo se fue a jugar a disparar con rifles electrónicos, mientras otros nos fuimos a conocer el casino. Un día de semana y gran cantidad de gente en el interior, me parecía tan extraño. Gente jugando en máquinas, lejos lo más fome que he visto. Pero en las ruletas y las mesas de cartas, parecía haber algo más interesante. Tras observar largo rato una concurrida ruleta en donde un par de chicas de mi equipo ganaron bastante dinero, pero que no pude encontrarle mayor gracia, me instalé a ver jugar black jack.

En realidad jugar a las probabilidades tiene componentes de adrenalina y mente rápida, lo que tras una larga media hora, me llevó a intentar el juego. Partí con 10 mil pesos (equivale a dos fichas del valor mínimo de postura) y comencé a experimentar. Llegué a ganar 60 mil pesos y luego del cambio del croupier, perder finalmente casi todo. Bueno, solo fueron 3 mil pesos, pero me divertí muchísimo. Hubo ganadores y otros que perdimos algo de dinero, pero la diversión fue plena para todos.

Ya cerca de las 21 horas iniciamos el retorno a Santiasco, con la cara llena de sonrisas y con la sensación de haber disfrutado un gran día de Internet.

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