Cuando se trata de subir cerros es habitual que sean grupos de amigos poco numerosos, sin embargo, cuando se trata de una invitación del Club Malayos, esto se transforma en multitud. No ha pasado mucho tiempo desde que una travesía por el Parque La Campana (Palmas de Ocoa) convocó a 60 malayos y batimos nuestro récord histórico. Pero todavía había opción de seguir aspirando a nuevas marcas, pues el Club ya tiene más de 600 miembros.
A veces me asusta la masividad de nuestras salidas, pues da la sensación de un caos ordenado solo por la buena onda del grupo y la paciencia de algunos veteranos más la ayuda de la tecnología (radios y GPS), ya que en cada salida siempre hay un porcentaje de novatos, que tenemos que asegurar que lleguen sanos y salvos de regreso a casa.
La cita puntual era a las 8 horas en las afueras de la Universidad Adolfo Ibañez en Peñalolén. Una fila interminable de vehículos que tardó más de media hora en ingresar a los estacionamientos y comprobar que eramos más de 70 malayos dispuestos a disfrutar un día de montaña.
Una mañana algo fría y nublada, pero pletórica de entusiasmo, especialmente de un buen contingente de nuevos miembros en su primera salida con el Club. Nos organizamos en tres cordadas bajo el criterio de ritmos, rápidos, medios y lentos, en donde cada cual se unió a la cordada más compatible.
Una primera parte muy desordenada, pues hay una enorme cantidad de senderos y vegetación que hacen dificil la orientación, pero tras la primera media hora ya estábamos en la ruta correcta. Este es un cerro que se puede hacer en unas 4 horas, pero en esta oportunidad, el grupo de avanzada lo logró en tres horas, toda una marca.
La cumbre se fue poblando hasta la saturación en la medida que más y más malayos llegaban a ella. Debe ser sin dudas, la ocasión en que mayor número de personas ha llegado a una cumbre en la historia malaya. Un gran acierto!!
El menú malayo contó como ya es habitual con el aporte de varios buenos malayos, una botella de buen merlot, aceitunas rellenas con anchoas, granos de uvas, variedades de quesos y otras tantas delicias donde por supuesto no faltó el café y turrón, aporte siempre esperado de nuestro gran David.
La bajada fue vertiginosa, excepto para los que nos quedamos asegurando el retorno de los más lentos y algunos extraviados. Como sea, nos fuimos a casa a una hora excelente, con tiempo para disfrutar algo más este día.
Nueva marca malaya, bienvenidos a la era de la multitud montañera!!