Tengo la fortuna de poder contar con unos padres que cumplieron 49 años juntos y todavía se aman como si fueran pololos de secundaria. Increíble, pero es cierto.
Una celebración de esta prodigiosa condición solo podía realizarla en un lugar que ellos no conocieran y que además estuviera garantizado un gran disfrute.
El día indicado llamé a Erwin, maestro permanente del Thelonious, para reservar la mejor mesa y asegurarme que me consiguiera un par de botellas de buen vino. Erwin es excepcional, accedió en el acto y cumplió a cabalidad.
Mi hermano y su compañera llegaron temprano a mi casa y esperamos a que llegaran los viejos, lindos, se vistieron para la ocasión y estaban ansiosos de la sorpresa que había preparado. Abordamos unos taxis y raudos llegamos al lugar de jazz. A nuestro arribo, eramos los primeros en llegar y encontramos a la banda, Lautaro Quevedo Trío en el ensayo. Con cierto pudor, nos preguntaron si nos molestaba, a lo que obviamente respondimos al unísono que era un lacer y un honor.
Comenzamos con unos buenos aperitivos, bien preparados por una hermosa barman y acompañamos una selección de picoteos. Aceitunas negras con queso de cabra y orégano, como siempre delicioso. Una tortilla de papas y unos champiñones al ajillo, todo en su punto y disfrutables.
Mientras conversábamos y disfrutábamos los aperitivos, comenzó a llegar la clientela habitual del Club y muy pronto, los músicos ya estaban nuevamente en escena para darnos un espectáculo del nivel de maestros que son. Lautaro Quevedo en piano, Nélson Arriagada en contrabajo y violoncello y el talentoso Daniel Rodriguez en batería.
Una noche potente, con piezas clásicas e improvisaciones notables. Mis viejos disfrutaron tanto como yo suelo hacerlo en este lugar y además comieron hasta quedar exhaustos y muy bien acompañados con las reservas tintas que Erwin nos seleccionó para tan grato momento.
Feliz de tener unos viejos que saben disfrutar su vida juntos.