Cuando me llegó la invitación de Gastón Oyarzún a esta charla diaporama que él iba a realizar en la universidad san sebastián en donde es profesor, me pareció especialmente interesante que alguien con la tremenda experiencia de montaña que posee Gastón, pudiera mostrar paralelos entre ambos mundos. Cabe destacar que Gastón es un excelente fotógrafo, por lo que todo apuntaba a que sería una gran experiencia.
A la hora de la cita, una gran cantidad de personas, sobretodo jóvenes, en el hall de acceso al auditorio. Un inesperado cóctel se llevaba a cabo e imagino que habrá sido alguno de los incontables amigos de Gastón quien le proveyó este exquisito preludio gastronómico (como lo he visto en otras ocasiones). Unos deliciosos sandwiches gourmet, unas bolitas de chocolate y otros ricos appetizers, que sucumbieron a la velocidad de la luz en la muchachada presente. Tuve la oportunidad de probar casi todo, ya que me ubiqué en el lugar preciso por donde pasaban los mozos con las bandejas, algo que no desaprovecharía ya que a esa hora, ya tengo mucho hambre.
La presentación comenzó con una interpretación deliciosa en una especial flauta asiática con temas tibetanos y de otras zonas de los Himalayas. Una música maravillosa que hizo que de pronto todo el stress acumulado se disipara y comenzara a flotar en el auditorio, como si nada importara. Extraordinario comienzo, así debería partir cualquier cosa.
Una vez que presentan a Gastón, éste inicia su charla usando como único soporte las hermosas fotografías en pantalla y sus increíbles recuerdos de expediciones a cada uno de esos lugares que mostraba y comentaba en tono reflexivo, mostrando las increíbles similitudes de la geografía, de las razas, de la flora y la fauna, pasando por la cultura y los pueblos. Notable, tanto en los Andes como en el Himalaya, se encuentran casi las mismas identidades culturales, parecidos físicos entre sus habitantes que hacen sobrecogerse, todo lo cual se añade a la especial filosofía de vida en profunda comunidad con la naturaleza. Imágenes preciosas y un relato sobrecogedor por la belleza de los conceptos.
Totalmente extasiado con lo vivido, no podía levantarme del asiento, pero tuve que vencer el éxtasis para poder saludar a algunas amigas que estaban presentes. Así, tras unas breves conversaciones y un afectuoso saludo al gran Gastón, salí a disfrutar algo rico con una amiga.
Nada más propicio, que cruzar la calle e ingresar al Antojo de Gauguin, uno de mis sitios favoritos. En vez de ingresar por el Patio Bellavista, tan taquilla, lo hice por la entrada que conocí cuando fui uno de los primeros clientes del lugar, por Pio Nono 69, inolvidable dirección.
Elegí la mesa que siempre usaba años atrás y pedí lo que más me gusta, la tabla árabe mixta, una maravilla que no deja de gustarme. Tiene brochetas, rellenitos árabes, falafel y otras delicias que adoro. Algo abundante y apropiado para compartir. Añadí por cierto, una buena porción de hummus (soy adicto a éste) y una apropiada botella de vino, un ensamblaje exquisito. Comentario aparte fue la divertida conversación con Cecilia, dueña y alma del lugar quien tras salir de la cocina, se juntó con nosotros a compartir. Me encanta ella, es exactamente igual a cuando la conocí hace ya bastantes años.
Una cena exquisita que sirvió para comentar largamente la belleza del diaporama Alturas y Culturas que habíamos visto.