Había divisado este lugar hace un poco más de un mes atrás, pero no me había atrevido a ingresar. Mi experiencia dice que al menos debe darse un mes de marcha blanca a cualquier sitio para alcanzar un punto de equilibrio inestable pero evaluable.
Llegué a una hora prudente de cena y me di cuenta que estaría solo por un buen rato, no obstante la chica se afanó en atender bien (el único cliente piensa que es único), eso se valora y mucho.
La carta presentaba unos ricos aperitivos, mi primera selección el curry puff constituido por papas, pollo triturado, curry en hojaldre) al final resultó en un Satay mixto, o sea unas brochetas de pollo y vacuno a la plancha marinados en finas hierbas con salsa de mani y pepinos caseras, pequeñas pero sabrosas brochetas (2 y 2).
La carta incluía sopas, ensaladas, curry de pollo, cerdo, vacuno, productos marinos y camarones, también salteados diversos, unos maravillosos fideos de arroz e incluso unos platos delicadamente marcados con íconos de ají como referencia (se agradece la gentileza, hay lugares que no avisan y llegan platos incomibles)
Finalmente, en la entretenida oferta de la carta, elegi el gaeng matsaman, una pasta de curry matsaman con leche de coco con papas y mani y carne en trozos que imaginé perfecto para mí. Lo pedi con camarones y agregue una porción de arroz (no hay otra opción, pero creo que iría bien), ya que podía ser pollo, cerdo, vacuno, productos marinos y camarones, mi afortunada selección.
El lugar con una zona de fumadores en la planta alta, una deliciosa música suave, algo pop y mucho de baladas en inglés. Musica lenta y sabrosa.
Me llamó la atención el uso de cubiertos de bronce, eso es muy étnico y particular. En fin, acaban de cambiar al chef, por lo que vienen cambios en la carta. Estéticamente , las paredes de riguroso blanco, piso flotante y muebles de madera en linda armonía, hacen que el lugar respire tranquilidad y eso me gusta, parece que soy el único comensal a esta hora, así es que inclui un Casa Silva Syrah Gran Reserva 2006 que espero sea una maravilla y por supuesto que lo fué.
En fin, para el plato de fondo, me traen palitos de fina madera con un envoltorio de lindo género, un preambulo de placer. Oh, los camarones no vienen pelados por completo, pero son gigantescos!!, se viene una música suavecita, un plato exquisito, los manis que aparecen de vez en cuando entre el arroz dan ese toque sorpresa de textura y sabor, mezclado con ese sabor picantito…. en fin, me quede pensando si hubiera unos pistachos, sería aun mejor la sorpresa.
Bueno una hora llevo aquí y apareció otro personaje hambriento (como yo) y ahora engulle el mismo plato que elegí.
Deja vu!!, oh no, el blues de los solos repetidos. Mejor me voy
Una respuesta a “Thai House: una aventura thai”