A pesar que por varios años he asistido a estas muestras de vinos chilenos, cada vez noto que va más gente pero la organización es menos efectiva. Quizás me acostumbré a algo más cariñoso o bien se nota mucho cuando se asiste solo. Como sea, me pareció un despropósito que se limitara a una copa por persona, ¿tan costoso es lavarlas y volver a presentarlas en una mesa?. Ni siquiera voy a comentar la pequeña disponibilidad de algunos bocados para acompañar la ingesta de vinos. Por lo demás, lo importante son los vinos.
La cita muy anunciada para las noches de viernes 3 y sábado 4 de julio en el Ritz-Carlton, me recibió hoy con delicioso Amplus Chardonay 2006, el blanco que más disfruté de la muestra, en donde claramente dominaban los buenos tintos.
Una sorpresa fue el Herú (nombre de un enano cuidador de vinos) Pinot Noir 2007 de Ventisquero, un vino que recién se presenta en sociedad, la verdad que me pareció delicioso y promete transformarse en un verdadero premium. Entiendo además que es la apuesta de esta viña.
Entre los conocidos, fui por Cono Sur, 20 barrels Pinot Noir 2007, un vino elegante y prometedor para la guarda. A la que seguí rapidamente con un Ocio Pinot Noir ícono de Cono Sur, un representante premium de la cepa, me dieron ganas de comer un buen sushi o un atún en el RAI. Que rico!!!
Hurgando entre la multitud, detecté un pinot noir de Santa Emiliana quienes dicen ostentar el título de la única producción latinoamericana 100% biodinámica,
delicioso y al mismo tiempo extraño.
Del famoso Valle de Casablanca, probé a Catrala, un pinot noir 2006 de este valle, un vino refrescante y juvenil.
Un contrapunto siempre bienvenido lo provee Casas del Bosque (me recuerdo de su rico restorán en la viña) con un Pinot Noir 2008 sabroso, pero incluso menos interesante que su Syrah, Pequeñas Producciones 2007, una maravilla de la cual tengo atesorada una botella en casa.
Otra pequeña sorpresa fue el Duette 2007 Pinot Noir del Maipo, frutal y sabroso. Un vino que se deja tomar muy bien y que acompañaría deliciosamente un buen pescado de roca.
Sin ser santo de mi devoción, pedí probar el Canepa Magnificum 2007, quizás no tan afamado como la versión 2006, aunque se presenta potente y sabroso.
De la mano del propio dueño de la viña, recibí en mi copa una porción de Carabantes 2007, un syrah de Von Siebenthal, sabroso vino con magníficas notas a café, quizás no tan afamado como su versión 2002 considerada excepcional, pero de un sabor profundo, de gran estructura. Un vino plenamente disfrutable.
Buscando nuevas sensaciones, me atreví con un Neyen del Valle de Apalta, un ensamblaje delicioso 50% cabernet sauvignon y 50% carmenere, una mezcla que año a año han repetido con pequeñas variantes porcentuales y mucho éxito. Un vino hermoso, con un final de primera.
Ya en los sabores más potentes, probé un vino 2007 Gran Reserva VSC (Santa carolina) un ensamblaje con unos toques de petit verdor exquisito. Este vino promete.
Entre los viejos conocidos, me encontré con EPU de Almaviva 2006, un vino fino, de gran boca, fruta y madera en proporciones gustosas. Se puede tomar por puro placer.
Otro de los connotados fue el Quelen 2006 de Pérez Cruz, un ensamblaje también con proporciones de Petit verdot, al que seguí con el gran Liguai 2006, balanceado y sabroso y un reserva Syrah 2007, todos destacados y grandes vinos de esta famosa viña.
Para el cierre, me reservé el Don Melchor 2006, más custodiado que narcotraficante y escuché que ha marcado 94 puntos en winespectator marzo 2009, un vino de casi USD 80 por botella que para ser completamente sincero, no supe apreciar del todo.
En fin, un barrido por la extraordinaria producción vinera nacional, aunque con la sensación de ser demasiado concentrada, rápida y variada como para poder disfrutarla por completo. Sería extraordinaria una muestra mensual que permitiera saborear valles completos o cepas temáticas, ah! y con mi compañía ideal sería una delicia.