Hace mucho tiempo que estaba incluyendo en mi lista de lugares que quería disfrutar, al restorán Zanzibar. Ubicado en el corazón de Borderío, desde la puerta de entrada se nota la fusión total de estilos. Cerámicas recortadas en el piso con lindas formas y colores, muchos tules y lámparas hermosas distribuidas por todas partes, mucha originalidad y buen gusto. Mezcla de restorán, lounge y carpa de algún jeque. Mozas y mozos de riguroso lino blanco y una rica música chillout y ambient de fondo.
Llegamos cerca de los 20 horas y nos instalamos en la terraza, un poco pequeña, pero muy bien armada bajo una carpa preciosa. La carta fue una sorpresa, 18 países representados en platos divinos, delicada selección y presentación. La carta de tragos, toda una sorpresa, pocas veces encuentro una selección tan variada de ron, coñac y champañas además de una fina selección de vinos, pese a la rigurosa multiplicación por 2 de los precios de mercado. Estupenda oferta.
Como no había apetito de cena, las selecciones para picar fueron la tentación y resultó un acierto. Una triada de sabores en cada una de las dos selecciones disponibles. Las delicias del oriente fueron mis preferidas, hummus marroquí, pasta de berengenas (babaganush sirio), unos cortes de pepinos con una salsa al yoghurt y menta extraordinaria. Sabores por doquier, todos acompañables con pan pita. La otra triada tenía pinchos de ave y carnes adobadas con elegancia, unas ricas empanaditas y salsas. Más estándar, pero igualmente exquisito.
Zanzíbar, un lugar que hay que conocer y gozar.